lunes, 6 de mayo de 2019

303/ Reflexiones humanistas

Confesaré algo: no logro tomar el pulso a Immanuel Kant. Quiero decir: a la filosofía de Immanuel Kant. La inteligencia del hombre (para los feministas quisquillosos añadiré: “y de la mujer”. Olvidan, éstos, que género y sexo no son la misma vaina. ¡Bah! Que lean a Francisco Rico. Yo no soy feminista. ¡Oh, sacrílego de mí, qué digo! ¿Vendrán a buscarme los de la brigada anti-incorrección política? A mí plin. Yo soy humanista: sí a la igualdad de derechos y “obligaciones” de mujeres y hombres pero libre, sin ese, de la pancarta y de la consigna y de todo malsano proceso de ideologización. ¡A la libertad por la libertad! Lo repetiré por si hay algún despistado leyendo este texto de mi deficiente factura: ¡A la libertad por la libertad!) es lingüística. José Antonio Marina lo afirma en el libro El vuelo de la inteligencia. Yo le compro tan sugerente afirmación.
     Tengo asimiladas algunas cuestiones de la filosofía del prusiano. Refieren, éstas, modos de pensar. Lo que aquí se plantea es menos difícil que intrincado. Kant ponderaba la existencia de cuatro “pensamientos” con base en cuatro tipos de proposiciones. Uno: analítico. Dos: sintético. Tres: a priori. Y cuatro: a posteriori. El primero se produce cuando el sujeto incluye al predicado (p. ej., con cierta trampa: “Los políticos charlatanes son charlatanes políticos”). En el segundo no ocurre esto (p. ej.: “Los políticos mienten”. Aquí sin trampa). El tercero depende de la percepción (p. ej.: “Los políticos son servidores públicos”). Si transformamos el anterior ejemplo en un pensamiento a posteriori da lo siguiente, sin trampa, aunque con fino cartón: “Los políticos son servidos por el público”).
     ¿Estaré confundiendo “churras” con “merinas”?
     ¿Me habré vuelto sarcástico y, por ello, injusto de pronto?
     ¿Diré (con Marco tulio Cicerón): ¡Oh, tempora, Oh, mores!?
     Continuará… O no.