martes, 27 de mayo de 2014

145/ Lo pleni-bello existe

Acuda raudo a El contemplado quien deseé hallar hermosura textual sin ningún distingo. Acuda raudo a El contemplado quien deseé rociar alma y espíritu con chorros de fresquísimos versos. Acuda raudo a El contemplado quien deseé reflexionar mientras indefectiblemente se anega de vida. Ignore El contemplado quien busque poética superficialidad o lo que se deriva de intercambiar ambos términos: superficialidad poética. Ignore El contemplado quien anhele miopía intelectual de un poeta en sazón. Ignore El contemplado quien eche en falta imágenes elementales que poco engordan el alma de quien las lee, ve o vive. El contemplado: la mejor obra de Pedro Salinas. Arte mayúsculo. Súmmum de belleza poética. Poesía íntegra. Esa que compagina belleza e idea a las mil maravillas. Vaya aquí un ápice de lo que digo: “De mirarte tanto y tanto,/ del horizonte a la arena,/ despacio,/ del caracol al celaje,/ brillo a brillo, pasmo a pasmo,/ te he dado nombre; los ojos/ te lo encontraron, mirándote./ Por las noches,/ soñando que te miraba,/ al abrigo de los párpados/ maduró, sin yo saberlo,/ este nombre tan redondo/ que hoy me descendió a los labios./ Y lo dicen asombrados/ de lo tarde que lo dicen./ ¡Si era fatal el llamártelo!/ ¡Si antes de la voz, ya estaba/ en el silencio tan claro!/ ¡Si tú has sido para mí,/ desde el día/ que mis ojos te estrenaron,/ el contemplado, el constante/ Contemplado!”. Inconmensurable por altura de vuelos poéticos y filosóficos. ¿Resistiré el irrefrenable impulso de airear otro ejemplo? No. Es el que sigue: “Nadie te quiere, o te busca./ ¿Caricias? Mentira.// En el aire no hay amor;/ hay mirlos que silban.// Lo azul nadie te lo da,/ gracia es indivisa,// belleza a nadie negada,/ a nadie ofrecida.// No quiere la luz, por dueña,/ ninguna pupila;// el sol nace para todos,/ y en nadie termina.// Y esa amante misteriosa,/ fugaz, entrevista,// desde los aires la sílfide,/ desde el mar la ninfa,// no es nunca amante, es la amada/ total. Es la vida”. Huelga aclarar que el signo (/) indica cesura final de verso y el sigo (//) cesura final de estrofa. Es sabido que el sol, el son y el sur son fontanales de felicidad. Qué sustancial leer y releer, y volver a leer y a releer, tales metros. Sin rebozo: el mejor poemario a que me he enfrentado (pero también vuelto a enfrentar) en mi solitaria y fructífera vida de lector. Dicho queda.            

martes, 20 de mayo de 2014

144/ A contra-discurso

Rafael Chirbes entregó Mimoum a la imprenta el año 1988. Anagrama editó la novela. Jorge Herralde recibió el manuscrito de mano de Carmen Martín Gaite. Lo leyó y encumbró. Veinte años después lo re-encumbraría: re-editándolo. Anagrama y Chirbes sincronizaron sus relojes analógicos. Las agujas de éstos vocearon la hora anhelada: la del éxito editorial. Espíritu y faltriquera colmados. Arte y negocio, a paso de mudá, hacia el templo de Nuestra Señora de la Gran Suerte. Meteórica Carrera Oficial. La parihuela del paso, a agigantados trancos, hacia la covacha de los laureles. ¡Buena madrina la Carmen! ¡Quién tuviera padrinos o madrinas así (o asá)! El señor Herralde no escatimó esfuerzos en airear una generosa nómina de nombres que bien-recibieron la obra. Curiosamente (¿por falta de espacio?) solo mencionó uno que la mal-recibió: Juan Carlos Suñén. ¿He dicho que don Jorge fue (y, me parece, es) editor de Chirbes? La Martín Gaite (ay, Carmela) dejó escrito: “La mejor literatura ha sido siempre fruto de la perplejidad, un desafío a la lógica, un rechazo frente a las apariencias de lo necesario. Pero dentro de este enfoque, (…) hay (…) empeños puramente artificiosos, vacíos (…), y otros que desde el principio no suenan a hueco, sino que reflejan una lucha profunda y genuina por parte de la persona que los emprende (…), a través de la cual se pone en juego la propia identidad amenazada de asfixia. Éste es el caso de Mimoum (…)”. ¿Ah, sí? Pues yo estoy con J. C. Suñén. Y con quienes le fueron en zaga y cuyos nombres (¿ignoraré por qué…?) silenció Jorge Herralde. Y le alabo la contramano o el contra-discurso a Suñén. He leído y sufrido Mimoum. Ni mucho ni poco ni nada me ha deleitado. Ciertamente la he encontrado vacía. Fea. Sin enjundia. Sé que es ópera prima. Y qué. Sé que fue finalista del VI Premio Herralde (¡¿Herralde, de don Jorge Herralde…?!) de Novela. Y qué. La peor novela que he leído junto a… Pero como soy de natural masoquista, y no me arredro ante nada ni ante nadie, seguiré leyendo a Chirbes. La mancha de una mora con otra mora se quita. Eso dicen. Otra vez la literatura contemporánea me deja perplejo. ¿Será porque es la mejor? No comments.   

martes, 13 de mayo de 2014

143/ "Movidos por hilos"

Estoy que no quepo en mí. ¿El motivo? Alguien (no soy yo. ¡Bendita minoría!) rehusa acogerse al sacrosanto derecho de la auto–promoción. ¿Que de quién se trata? Pues… ¡Rataplán! ¡Rataplán! ¡Chinchín!: de Coradino Vega (Huelva, 1976). Declaró éste a El Correo de Andalucía lo siguiente: “El escritor que se auto–promociona no va conmigo, ya sea por mi temperamento, o por mi timidez. Prefiero estar al margen, no me siento cómodo en ese ambiente. No quiero resultar engreído, pero por no tener, no tengo ni cuenta en las redes sociales. Y los aduladores del mundillo literario me dan un bochorno terrible”. Yo exclamo: ¡Eureka! ¡Por fin un afín! ¡El que vale, vale, y el que no…! Ojo: lo que yo censuro no es resolver uno promocionarse de la mejor manera que sepa o pueda. No, no. Lo que desapruebo es el discurso ilegítimo empleado en tan legítima empresa. Sí: juzgo contrario a ética y a estética publicitar la obra propia. Impídanse palabras y fotografías y demás recursos conducentes al narcisismo del pobrecito novelista o poeta. Yo solo canto mi canción a quien conmigo va. Léase: el tímido, el que camina en punta de pies y bajo la axila aduce un cartapacio rebosante de sudor y sangre, el noble de corazón y de muñeca... Señores: yo voy con el individualista recalcitrante. Sí, sí: aquel que no requiere a nadie para dejar de ser lo que efectivamente no es: un exhibicionista fanfarrón y jactancioso. O aquel que nace y evita no `espicharla´ como un ermitaño. O aquel que lanza al mar del mercado editorial la obra embotellada y se despreocupa de cuantas mareas y rémoras puedan sobrevenirle (a la botella de marras con todos sus legajos) en tan difícil travesía. No me seducen quienes brincan y se convierten en marionetas quita–pelusas de los editores para “estar ahí” y, de consuno, hacerse ver: ¿escritores pos–modernos los llaman…? ¿Urbanitas…? ¡Bah! Allá ellos. Si tal es su gusto…   

lunes, 5 de mayo de 2014

142/ José Moreno Villa II

Canto a una parte de mí mismo...

No me resisto a estampar aquí el extraordinario poema de JMV con que súbitamente me he topado hoy. Se incluye éste en la nómina lírica y lírica nómina de Puentes que no acaban (1933). Su título: Después de todo eras tú lo que yo buscaba. Y dice así: “En las letras de un cantoral,/ entre la retama y el jacinto serrano,/ en el ancho mar, en la taberna inquieta,/ en el fondo de la copa verde,/ después de todo eras tú lo que yo buscaba./ Pregunté muchas veces a las guías turísticas/ dónde suspira el lugarejo ignorado por la epopeya;/ pregunté a los filósofos por la llave del secreto;/ fui devorando pregunta a pregunta mi vida,/ y después de todo resultas tú lo que yo buscaba./ Pude leerlo en mil detalles:/ verte y enmudecer,/ verte y olvidarme del mundo,/ verte y hablar luego por las calles solitarias,/ verte y sentir el cuerpo,/ verte y huir hacia los confines de mí mismo./ Desmadejado y alma en pena,/ imaginé que lo mejor era llorar en los ocasos,/ leer los libros místicos/ y contribuir a la redención de los débiles./ Y en todo, en todo, en absolutamente todo/ no había más que la busca de tu persona./ Sí, después de todo eras tú la búsqueda./ Y aquí declino ya todo examen y toda crítica./ Tú, con tus faltas y tus sobras;/ tú, con tu maravilloso complemento rubio a mi color de/ bronce”. Me arrogo el sacrosanto derecho personal a subrayar públicamente lo que he subrayado: `Llorar en los ocasos´, `leer libros místicos´, `complemento rubio´. Amén de que sendos verbos con sus respectivos aditamento circunstancial de tiempo y directo y el otro con su doloroso adjetivo fueron (ya lejano uno que otro diciembre...) conjugados por un servidor de Nemo. No diré nada más. Que entienda quien quiera (o pueda) entender. José: mi gratitud por tan indeleble poema. ¡Quién tuviera a su alcance, ay, escribir de tal guisa!    

jueves, 1 de mayo de 2014

141/ José Moreno Villa

Un olvido inexcusable

José Moreno Villa dejó escrito: “Todos vivimos/ huyéndonos./ La vida es/ la careta del miedo.” Y de seguido: “Cada hora/ es un crepúsculo nuevo./ Cada hombre, cada cosa,/ un viajero/ que, por salvar su órbita,/ huye triunfante o maltrecho”. Lo que acabo de transliterar son los diez últimos versos del poema Postración. Se halla ubicado éste en el poemario Colección. Y fue publicada, tal obra, el año 1924. Abro paréntesis. ¿Por qué es, hoy, ninguneado JMV? Su deje al cantar no deja indiferente a nadie. No es enrevesado su discurso. No es oscuro. Frecuentó la métrica sin estridencias ni alharacas ni saltos mortales carentes de red. Era, por lo demás, poetaluz: de Málaga para más señas. Cierro paréntesis. Rafael de Cózar Siervet afirma de Moreno Villa que desempeñó un relevante papel en la década de los años veinte y treinta de la pasada centuria. Y que ello no le sirvió para ser descatalogado del catálogo de secundarios. Sinceramente: no acabo de entender esto. No desde punto y hora en que hay creadores de lo mediocre (¿automatizado?) aupados al pedestal rocoso e inaccesible (solo a veces) del triunfalismo. Resulta grotesco. También es cierto que Moreno Villa no hizo ascos al, para mí, execrable y lamentable surrealismo. Exclusivamente me refiero al literario. Léasele a JMV y disfrútesele en consecuencia. Fue y será per omnia saecula saeculorum un gran rapsoda.