viernes, 30 de noviembre de 2012

41/ Cronos, Laskmi

Hoy me es dado cavilar en la belleza. No, exclusivamente, la material. Sus predios se extienden más allá de la pura matemática. Inquiero: ¿La cursaría quien amase? ¿Y quien compartiese? Hora es de diversificar lo bello. Nadie se embelesa con un solo ser (con un solo objeto). Belleza y bondad, en su Gorgias lo consignó Platón, se definen juntas. Pergeña bien y libera hermosura aquel que comparte su tiempo y su energía. Yo te ofrendo los míos. Indago: ¿Cabría un misántropo dadivoso? Impracticable réplica. Perplejo y suspenso, al respecto, me hallo.     

martes, 27 de noviembre de 2012

40/ Samsara

Regreso a la espiritualidad. Incentivo: Vipassana. El camino de la meditación interior. De J. Goldstein y J. Kornfield. En Kairós. La página veintisiete ampara una idea formidable. Hela aquí: El hombre procura incansablemente afecto y poder. Sexo y salud. Riqueza. Se nomina samsara: Un ciclo interminable al que todos permanecemos abocados. Cavilo: Oh. Eructo. Elevo ayes de alivio. Me estirazo. Reposiciono el culamen en la poltrona. Soy, potencialmente, feliz.     

jueves, 22 de noviembre de 2012

39/ Detonante borgiano (V)

Otro arquetipo engrosa El informe de Brodie. Es este: El Jefe del Estado alienta los dramas de su pueblo. ¿Cómo? Recurriendo a la oratoria. En dichas palabras entreveo cierto sentir anarquista. Hay quien asevera que los mandatarios públicos inventan conflictos y trabas. Yo, desde luego, a pie juntillas. Y vocifero: ¡Viva el anarquismo individualista! Nadie, ignoro por qué, recusa.

martes, 20 de noviembre de 2012

38/ Detonante borgiano (IV)

Confesar algo es desprenderse de ello. Este juicio toma asilo en la página 126 (Debolsillo) de El informe de Brodie. Cavilo: Expulsar sustancias nocivas (catárticamente) deviene necesario. Qué sería, si no, de los narradores. De los poetas. De los actores. (Egos). Acaso deberíamos escribir la vida con renglones oníricos. De esa guisa la ejecutaríamos y no narraríamos. Ni poetizaríamos. Ni representaríamos. Dejaría, sencillamente, de escocer. Tómese como veleidosa conjetura lo enunciado.

lunes, 19 de noviembre de 2012

37/ Detonante borgiano (III)

Para Clara, personaje de El informe de Brodie, tradición y novedad no son opuestos. Nada que objetar. Enunciaré algo: Cada época, me parece, es una Vanguardia que se solidariza con su predecesora. De ahí la Costumbre. Parafraseando a Antonio Gaudí: La mejor originalidad consiste en regresar al origen. No como animal herido. Ni como poeta. (Ay, mi querida Laura). Sino como ánade. Garrapateaste que “el origen es mirar al vacío, desafiante”. Cavilo: Centrémonos en el presente y convirtámoslo en Vanguardia diferida. Yo, Laura, no le rogaría a la vida que no doliese. Yo la asiría y zamarrearía por la chorrera hasta que me implorase: “No me desbarates”. Solo así lograría apaciguarme.

viernes, 16 de noviembre de 2012

36/ Detonante borgiano (II)

El surrealismo literario estomaga. Así enunciado cabría lapidarme. Múdense quienes lo ansían porque el detractor es Borges. En El informe de Brodie alude al facilismo de las revoluciones estéticas. "Fácil" es adjetivo que estigmatiza. Yo fui un surrealista convencido. Los atributos clasicistas de esfuerzo y rigor han sido escamoteados por el arte. Atrevimiento y diversión entrelazan su razón de ser. El entretenimiento se transforma en lacra. La costumbre, en norma. Acaso entremezclándolos acaezca el prodigio. Hay libros que podrían concebirse en un minuto. Otros, en poco más habrán de haberse escrito. Lo simple no es sencillo. Juan Ramón Jiménez aseveró que la Perfección se halla en la espontaneidad y en la sencillez. Cavilo que lo fácil es más espontáneo que lo difícil. Presumo que frente a una espontánea comodidad lingüística cabría argüirse otra que la refutase. Se nomina, comúnmente, Corrección. De la genérica Vanguardia no opinaré.      

martes, 13 de noviembre de 2012

35/ Detonante borgiano (I)

Nélida es nombre de mujer. Leo a Borges. En la pág. 101 (Debolsillo) de El informe de Brodie se recaba tal apelativo. El estómago me ha prodigado un vuelco al escrutarlo. A perpetuidad anhelé escribir: Nélida, mi amor. Tus ojos, Nélida, son. Te amo, Nélida. La escritura o es autobiográfica o nada es. Jamás frecuenté a ninguna Nélida. Ni aún indirectamente. De mentas conozco a Nélida Piñón (escritora brasileña) y a su homónima Quiroga (actriz argentina). Con ninguna tuve la dicha de compartir. El otro apelativo de mis desvelos es Amalasunta. De resonancias novelísticas sudamericanas adolece. Al igual que me subyuga Amaranta: Gabriel García Márquez me lo ofrendó decenas de páginas adentro. De varón: Maimónides y Bosco deleitan mi hedonismo verbal. A todos sobrepasa Nélida. Sueño con ella (a quien atribuyo rasgos de Ella). Con su verbo (arrebatado a otra). Con su cuerpo de sílfide (transmigrado). No deviene, a mi pesar, en Nélida. El nombre propio no puede trasvasarse a ajenos. Un interrogante me despabila: ¿Dónde estás, Nélida? Entonces me consagro a mi rutina.      

jueves, 8 de noviembre de 2012

34/ Trinitrotolueno

Don Rigoberto deflagra en sus Cuadernos como el trinitrotolueno. Huye de la colectivización como alma que llevase el diablo. De su desventura responsabiliza a la Verdad. Fabular le depara bienaventuranzas. Ídem leer y escribir. Lo funesto es que toda misantropía (libros, grabados y cuadros) acarrea padecimientos. Padece en su divagar el narrador. El poeta, en su torre de marfil. El pintor, en sus coloristas dicotomías. Y, asido al buril, el artesano. La tríada de creadores se opone a la burocracia gestora y racionalista. Inquiero: ¿Por qué escribimos? ¿Por qué grabamos? ¿Por qué pintamos? Vale enunciar: ¿Por qué soñamos? Y, ¿para qué?

lunes, 5 de noviembre de 2012

33/ El espejo

Recién he finiquitado mi lectura de la tríada de amor de Pedro Salinas. Tres poemarios descifrados tres veces cada uno y en tres efemérides dispares: 12 de junio, 30 de julio y 4 de noviembre de 2012. Seis años requirió su autor para parirlos. ¡Que inicuo oficio el de la literatura! Son: La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936), Largo lamento (1939). En el primero se canta al Eros ideal. El ulterior deviene una prospección especulativa por el amor agenciado. El postrero vivifica a Cupido, y a la flechada, desde la memoria. Un signo de este me ha deleitado sobremanera: El espejo. En él, con ella, se vio una jornada reflejado el yo poético. Luego solo escrutará sus propios fantasmas. Una fugaz cavilación le devasta: Que ella avizorará su efigie con ojos que en los suyos se revelaran. ¿Cabe mayor lirismo? ¿Ni vislumbrarlo mejor y más hondamente? Don Pedro: Mi gratitud.