viernes, 29 de marzo de 2013

64/ ¿Manumiso?

Desde el primo vagido hasta el postrero estertor me agencio responsabilidades. De iuris o de factum. Lucrativas u onerosas. Indago: ¿A la he, me atañen? Yo no elegí arribar acá. La espada de Damocles se cierne sobre mí. Puedo descifrar su marbete: “Libertad”. Una dubitación me atolondra: ¿Soy responsable de mi libertad? ¿O manumiso de toda responsabilidad? Acaso ni lo uno ni lo otro. Nadie me exime de mí. Yo vivo a perpetuidad en mis actos. O no. Perenne dilema. Sempiterno titubeo. Incorruptibilidad de la zozobra humana. Vacilar y vacilar hasta de la propia vacilación. Cuando no recelo (en el sentido positivo del término) algo expira en mí. Esta milmillonésima parte de uno que otro sueño viene a colación de un epígrafe: Libertad y responsabilidad. Se asila en la República ontológica y deductiva de Jean Paul Sartre. Si me extraviara por el océano vital, no lo anhele Buda, fondearía en aguas cristobalinas. Léase: Erróneas. Así, conjeturo, en El ser y la nada. ¡Mecachis!     

miércoles, 27 de marzo de 2013

63/ Hinojos fitos

Cada jornada me extasío con Gárgoris y Habidis más de lo fablable. Símil a lo que ha tiempo me aconteciera con La montaña mágica. O con Memoria de mis putas tristes. O, no ha tanto, con El anzuelo. Fernando no le va en zaga ni a Tomás ni a Gabriel ni a David. Hoy ha esparcido su verborrea por la geografía verdinegra del hereje Prisciliano. El propio que fuera obispo de Ávila y santificado por los gnósticos. Las sociedades herméticas, en plena centuria cuarta, carecían de sinrazones. A no ser que saliesen por peteneras y la oficial imperante les degollara el gaznate. Fue justo lo que sobrevino al priscilianismo. Las orgías purgatorias eran, en su seno, pan de hoy sin migajón y más para mañana. ¿Me anatematizarán? Reincido y apostillo: A mayor gloria de los iniciados. Yo prosterno mis hinojos en tierra dragoniana: ¿Pasará el escritor por el preferible ensayista vivo de la piel de toro? Y, ¿habrá fenecido que le sombree?  

jueves, 21 de marzo de 2013

62/ Camaradería

Algo en Benedetti zangolotea mi espíritu: Su ternura o su ironía o su comedimiento o su sencillez o su indulgencia. Estrictamente ignoro qué. Biografía para encontrarme conlleva Los que se fueron. La estrofa cuarta exhuma uno de mis términos predilectos: “Vademécum”. En su segunda acepción (DRAE). A saber: “Cartapacio”. De resultas evoco sueños y aprensiones que aducía yo camino de la escuela. No versa, a la he, sobre aqueste tema el citado poema. Los que se fueron, aquí y ahora, son hombres y mujeres tangibles. Corrijo: Vaporosos. Anhelo atribuir a la idea de “irse” un sentido disímil del obituario y del erótico: El espacial. Se fueron mis amigos J.D. e I. a tierras encorsetadas por Isabel II y el Céltico. Se fue mi amiga A. a la bota que calzó el Dante. Se fue mi otra amiga A. Q. F. E. y mi amigo A. P. C. a la Villa y Corte de Quevedo. Se fue (regresó) mi amiga P. S. al piso patrio del Zloty. Se fue mi amiga I. M. al Sacro Imperio Romano Germánico. En mí radican todos. Yo, ha tiempo, opté por quedarme. Enuncia Benedetti en Los que se fueron que “los que se quedan tiemblan en silencio”. Bien procuro fe de ello. Con una apostilla: El autor (conjeturo) alude a la dictadura militar y a sus desaparecidos. Yo, a la camaradería. Advertirlo, me parece, no es de Perogrullo. 

viernes, 15 de marzo de 2013

61/ Exhortación

La jornada 13 de la segunda cuota de 2012 adolecí de un felicísimo hallazgo: El de Omar-al-Khayyam. Algo aconteció. Murmuró el rapsoda: Amor y veneno, Javier, son pintiparados. Yo bostecé. Él prosiguió sin reparar en mi procaz indolencia: Pondera una mujer de níveos senos de quien guardes enamorarte. Y anexó: Ella, ídem, habrá de rehuir enamorarse de ti. Esbocé una holgada sonrisa y me agencié la exhortación. Hoy arribo de nuevo a puerto persa: El de la página 266 (Ed. Planeta) de Gárgoris y Habidis. Departe el bardo y astrónomo barbado: El cielo se muda en linterna mágica. El Sol es la llama, el Universo la lámpara y nosotros pobres sombras que vienen y van. Cavilo: Así la Vida. Le inquiero: ¿Y la Muerte? Él calla y se desternilla en lontananza. Yo escudriño mi contorno. Ya no evoco a la mujer de níveos senos. Serenamente me basto y sobro conmigo.  

martes, 5 de marzo de 2013

60/ Mi hermetismo

Releo por quincuagésima vez: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”. Amén de: “Me gustas cuando callas y estás como distante”. Y a más de: “(…) como quejándote, mariposa en arrullo”. Empleé el numen de aqueste poema para, allende los tiempos, garrapatear "Eros". Cavilo: Ausente permanece lo distante. Y a un palmo de mí se erige el ensimismamiento. La cuarta cuarteta del poema 15 de los Veinte de amor…, de Neruda, principia: “Déjame que te hable también en tu silencio”. Desobstruyo paréntesis. El desgarro se aireó en Zig Zag, num. 985, la jornada quinta del mes de enero del año 1924. Aducía aqueste rótulo: Poesía de mi silencio. Permítaseme, por si alguien se obnubila, que puntualice: Poesía de "mi hermetismo". Subrayado e interrupción incidental, aquí, conllevan alma (la mía). Clausuro paréntesis. A buena entendedora…