Tengo a bien ponderar la maestría verbal de Quevedo. No deja esta de sorprenderme por más que mis ojos descifren, línea tras línea, cualquier texto del autor (quiero decir: quien mucho abarca… errores halle…). Baste este botón de muestra extraído del Buscón para verificarlo: “No lo había acabado de decir, cuando de un aposento salió un mulatazo mostrando las presas, con un sombrero enjerto en guardasol y un coleto de ante debajo de una rodilla suelta y llena de cintas, zambo de piernas, a lo águila imperial, la cara con un per signum crucis de inimicuis suis, la barba de ganchos, con unos bigotes de guardamano, y una daga con más rejas que un locutorio de monjas (…)”.
Me agencio el subrayado. Definámoslo ahora:
1. Mulatazo: rufián y, también, experimentado con la espada.
2. Presas: “colmillos”, aquí, usado en un sentido metafórico (`la espada´).
3. Coleto: prenda de vestir semejante a un chaleco.
4. Per signum crucis de inimicuis suis: expresión tomada de la fórmula para persignarse que significa `con una cicatriz que le habían causado sus enemigos´. Es un ejemplo de la jerga del hampa de la época.
5. Guardamano: adorno (o guarnición) de la espada. Quevedo, aquí, lo emplea en un sentido hiperbólico.
En resolución: una metáfora, una hipérbole, un giro de germanías en ocho renglones. Unos y otros se encabritan y arremeten con la cantinela de que El Buscón es forma y no fondo o forma con fondo difuso y, a veces, claro. Yo sostengo lo segundo. Léanlo y comprueben si me asiste o no razón.