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lunes, 28 de julio de 2025

483/ El señor "K"

La figura humana (no política) del Papa K. Wojtyla me suscitó fascinación siempre. Fue (y será) el Papa de mi infancia; aquél que cuando arribaba a un lugar desconocido (o no tanto) se prosternaba y besaba el suelo. Ese noble acto quedaría grabado en mi memoria per saecula saeculorum (como ejemplo de vida, de convivencia, de civismo). Besar el suelo de un lugar desconocido (o no tanto) e impropio (esto suponiendo que existan lugares propios…) era, para mí, signo de humildad y de paz inconmensurables. No existía acto superior con ambas atribuciones (paz y humildad) en toda la panoplia de humildes y pacíficos actos de la humanidad. Sólo por eso estimé tanto la figura humana de Juan Pablo II. Luego, con la oscilación de las agujas del reloj, llegaron a mis pabellones auditivos ciertas críticas a la filosofía práctica de K. Wojtyla. Ahí, mi percepción del Papa Juan Pablo II viró de signo: de aditiva (o precedida del signo +) se convirtió en sustractiva (o precedida del signo –).

     Darcy O`Brien ha escrito al respecto: <<[Wojtyla] dejó claro que se oponía a cualquier cambio de orientación en materia de filosofía moderna y de teoría histórica y literaria que diera por sentado que la interpretación de un fenómeno por parte de una persona es tan válida como la de otra. Con la adopción de esta postura se apartó de un relativismo que estaba ya arraigado entre los más destacados académicos de Estados Unidos y Europa occidental, despertando así su hostilidad>>. 

     En román paladino: lo que Wojtyla decía iba (pero, ¡viene al pelo!) a misa.

     Lo dijo Osgood Fielding III (Joe E. Brown) en el filme Con faldas y a lo loco: <<Nadie es perfecto>>.

     Pues eso.

martes, 22 de julio de 2025

482/ Letra impresa de dolor

El gueto de Varsovia fue de los más terroríficos del tercer Reich. En él se cometieron las atrocidades más extremas que el ser humano ha sido, hasta hoy, capaz de cometer. Quizá la peor de todas: convertir en locura la cordura; en maldad, o algo semejante, la bondad. Sí: ¡Deshumanización del ser! Verbigracia: la madre que tiene que alimentarse del cuerpo del hijo muerto para no morir de hambre. Espeluznante. 

     Darcy O´Brien lo describe, sin crudeza, en El Papa oculto:

     <<El 21 de marzo de 1942, la División de Propaganda del distrito de Varsovia informó:

     La cifra de mortalidad del gueto todavía se mantiene en una cifra cercana a los cinco mil muertos al mes. Hace unos días de registró el primer caso de canibalismo por hambre. En una familia judía murieron en el lapso de pocos días el hombre y sus tres hijos. [La madre se comió un trozo de carne del hijo que murió en último término, un niño de doce años]. Desde luego, esto no bastó para salvarla, y murió dos días más tarde>>.

     Al leer lo más arriba encorchetado un soplo, con sofoco, de ética destrozada ha inundado mi plexo solar. No debía haberlo leído. No, desde punto y hora en que la letra impresa <<con sangre no entra>>; se queda sellada ya para siempre en el alma dolorida del lector. No, no debía haberlo leído. Qué diantres, pregunto, hago yo ahora con mi maltrecha e inoperante alma (con mi maltrecho e inoperante espíritu) si luego de leer el pasaje arriba encorchetado el lienzo de mis imágenes mentales imborrables atesorará para siempre un manchurrón de tinta negruzca que no sólo es mancha sino también materia pringosa y viscosa y onerosa. Qué diantres, pregunto, algo yo ahora con mi maltrecha e inoperante alma… 


     ¡Aymé!

lunes, 14 de julio de 2025

481/ Los amantes de Varsovia

Afirmar que el tercer Reich fue un Estado perverso es de Perogrullo. El mundo, por merecido machaque, lo sabe. Lo que, quizá, no sabe el mundo (o parte del mundo) es la <<increíble y triste historia>> de los <<cándidos>> amantes de Varsovia. Así la bautizo yo. Sencilla. Novelera. Dramática. Demasiado dramática… 

     Darcy O´Brien, autor de unos de los mejores libros que he leído nunca (El Papa oculto), ha escrito:

     <<Los alemanes tomaron el control de inmediato y se erigieron en amos de los esclavos polacos, cuya categoría más baja quedaba reservada a los judíos. De un plumazo, Polonia se había convertido no sólo en un país ocupado sino en una nación de siervos. Antes esta realidad, Wiktor tomó una decisión>>.

     La decisión que tomó Wiktor, dentro de su connatural horror, exige gran valentía del decisor. Sobre este punto existe una controversia universal. Yo milito en el equipo de aquéllos que tildan de valiente uno de los actos más humanos que existen sobre la faz de la Tierra. Huelga aclarar que mi juicio carece de estímulo religioso (que no espiritual). Empatizo con aquellos otros que militan en el equipo opuesto. Cabría preguntarse, por lo demás, qué entiende uno (qué entiendes tú, lector) por religión. ¡Pero esto sería harina de otro costal!

     De nuevo Darcy O´Brien (prolongación del anterior pasaje):

     <<Sabía [Wiktor] muy bien lo que habría de ocurrirle a él y a la mujer que amaba. Según las leyes del Reich, el hecho de que él y la condesa fueran amantes los convertía en criminales. Ambos serían declarados culpables de violar el edicto que prohibía las relaciones sexuales entre personas de distintas razas, proscripción que expresaba perfectamente la perversión que la inspiraba y que, como el cascabel de una serpiente, anunciaba la muerte. Wiktor no quería separarse de su amada, pero sabía que seguir a su lado significaría condenarla sin remedio>>.

     ¿Qué hace un hombre enamorado en un quilombo como este (ídem, una mujer)?

     Continúa O´Brien (segunda prolongación del pasaje primero):

     <<Los sirvientes encontraron su cuerpo; su mano empuñaba una pistola. Cuando la condesa se enteró de que Wiktor estaba muerto se arrojó a la calle desde la ventana de un quinto piso>>.

     Poner puertas al campo: aterrador. Labor ésta que, a mi juicio, acometieron los nazis. Lucharon contra la naturaleza. Contra la raza. Contra la cultura. Cultura, raza, naturaleza judías (se sobrentiende); o sea: contra todo lo que no se ajustara a sus parámetros de perfección y belleza arias. 

     Llamar cobarde al suicida es una contradicción en sí misma. Cuando el nivel de sufrimiento humano sobrepasa los límites de la psicología emerge, como impulsada por un resorte engarrotado y siniestro, la valentía del hombre (de la mujer). Lo cobarde sería seguir padeciendo sine die tormento por miedo a la <<caída final>>. Una cobardía, es claro, legítima. Humanísima. Una cobardía, quizá, preferible a la postrera valentía.