¿Era Rudyard Kipling buen conocedor de España (o mejor aún: de lo español)? Permítaseme que lo dude… En el libro Viaje al Japón, el Nobel anglo-indio menciona España (mejor diré: lo español) una que otra vez, no sin patinazo. Dos (dos patinazos), para ser exactos, sufrió. Helos aquí; uno: <<<–Yo diría que la frente arqueada, la nariz ganchuda y los ojos juntos (el tipo español) son la cepa de los rajputs, mientras que el japonés con cara de alemán es el khattri, la clase más baja>> (op.cit. Ediciones Folio, S.A., pág., 109), y dos: <<España es artística, pero también ella se ve perturbada a intervalos>> (op.cit. Ediciones Folio, S.A., pág., 153).
Apuntaré, primero, algo sobre el último patinazo. Qué quiso dar a entender Kipling con el término <<perturbada>> es materia de misterio. ¿Acaso España perdió el juicio? En algunos ámbitos, sí. Pero, ¿en el arte? No sé, no sé. Tal vez Kipling se refería (con ese término) a los ramalazos de razonamiento lógico que, de vez en cuando, irrumpen e interrumpen el discurso artístico de rigor (nadie olvide que España es el país del Realismo: una forma aburrida y gris, como cualquier otra, de hacer literatura).
En cuanto al primer patinazo, ¿hay un tipo humano por cada nación? Puede ser, pero…, ¿la nariz ganchuda no es patrimonio de los romanos? Y los ojos juntos, ¿no lo es (patrimonio, digo) de los asiáticos?
Los patinazos de un Nobel tienen su intríngulis. Concedámosle el beneficio de la admiración. Señor Kipling (doquiera que esté usted): ¡Mi gratitud!