Estimado lector: ¿tú has sido educado para el examen o para la vida? Yo lo fui para el examen. Hoy, por contra, para la vida. Lo melodramático es que, también hoy, debo aprobar un examen “desorbitado”. ¡Poca broma con la Pedagogía!
Escribió Azorín en La voluntad:
“Lo que sucede en Yecla es el caso de España y el de otras naciones que no son España; es ni más ni menos el problema de la educación nacional.
Los dos extremos son Francia e Inglaterra. Francia, política, oficinesca, educando a sus jóvenes para el examen. Inglaterra, práctica, realista, educando a sus hijos para la vida. Francia, con su sistema pedagógico, ha creado legiones de burócratas pedagógicos o de mohínos fracasados; Inglaterra, en cambio, ha colonizado medio planeta y ha logrado que el sajón sea un tipo seguro de sí mismo, en consonancia perfecta con la realidad, inalterable ante lo inesperado, audaz, fuerte”.
Yecla es, al par, topónimo real y espacio novelístico (¿ficticio?). Lo que allá sucede no es una excentricidad: sus convecinos acaban presa de la apatía. No tienen voluntad. O tienen muy poca. Juzgo significativísimo el fragmento arriba copiado. Me han metido en la vereda de la prueba escrita. Obligatoriamente sigo enfrentándome a tan impertinente (e inútil) instrumento de evaluación del (des)aprendizaje. Y he de hacerlo con voluntad de picapedrero. Tenemos uno de los peores sistemas educativos del mundo. Aquéllos de la coleta, barba, veleta y “vox” vacilona y retadora (ésta con bucles en el cogote) procuran convencernos de lo contrario...
Adoptando forma de “o” con el índice y el pulgar (anular, corazón y meñique estirados), soplo por el hueco y da esto: ¡Ptrrr!