O de cómo el corazón de una niña aniquila el bajo tono vital del de un adulto (niño grande) en un pis pas. O de cómo una pequeñita, de cuatro veranos (ella no es invierno), aporta más en menos tiempo que un sinfín de libros de psicología leídos con fruición. O de cómo <<mi>> pequeña Giulia, retoño de Ana y de Luca Toni, acapara la alegría más exultante sin saberlo.
Dos horas han bastado con <<mi>> pequeña Giulia (y con sus padres), en las inmediaciones de la Torre del Oro de Sevilla, para percatarme de que la felicidad está donde tiene que estar y no en otro lugar cualquiera. Giulia, <<mi>> pequeña Giulia, es la pura felicidad. Y es la alegría desbocada en pos de una mensajería urgente apta, solo, para adultos: <<No pierdan el tiempo en lamentaciones: ábranse a la vida, al mundo, ábranse a los otros>>. Pienso: <<No merece la pena vivir encerrado por miedo a vivir>>. Nada hay más hermoso en el mundo que la risa franca de una pequeña en cuyos ojos vislumbro la grandeza del corazón de su madre, el talante `musical´ de su padre, y la esencia superluminova (brilla en la oscuridad) del eneatipo 7…
El eneatipo 7 del Eneagrama de la personalidad, de Claudio Naranjo, presenta rasgos ambicionados por muchos: alegría, extroversión, curiosidad intelectual… Así es Giulia. Así, sus abrazos. Así, la niña más bonita del mundo. <<Mi>> pequeña superluminova, hoy y para siempre, me ha dado una lección psicológica de vida propia del mejor terapeuta. Yo lo celebro. Bastaron abrazos y uno que otro beso y una media lengua entre italiana y española y risas por doquier. Por una vez no voy a complacerme en el retrato veraz y verídico de Ana. Por una vez he querido regodearme en su extensión biológica…
Cito, ahora, al doctor Naranjo con el fin de aclarar el origen del Eneagrama: “(…) Eneagrama– expresión emblemática de procesos universales que nos llega de una tradición espiritual preservada en Asia Central. Fue a través de Gurdjieff que nos llegaron por primera vez públicamente noticias de este cristianismo esotérico con raíces precristianas babilónicas (una influencia transmitida a través de la espiritualidad iraní) (…)” (El eneagrama de la sociedad: males del mundo, males del alma. Apple Books. Pág., 68).
Yo siento a Giulia como si fuera mía, porque siento a Ana (su madre) tan hondamente parte de mí, que lo contrario sería incongruente. Los abrazos (y algún beso apretado) que Giulia me ha prodigado este mayo sevillano se me han quedado adentro del alma (caso de que esta exista). Iba yo con mi preocupación a cuestas y Giulia, de un solo plumazo, me ha descargado del peso mortal del presente bloqueado a nivel psicológico con muestras de un cariño puro y sin mácula. No se me ocurre mejor terapia que esa.
Giulia tiene algo que agradecer a la vida: sus padres. Ana y Luca le dispensan un trato amoroso, cuidadoso, que a mí nunca dejará de enternecerme. No pocas veces he presenciado en la calle conatos de maltrato infantil (físico y verbal). Una cachetada, una amenaza, no hacen pedagogía. Los niños representan el tesoro que un mago celestial guarda bajo siete llaves para aquellos que tendrán la enorme dicha de traerlos al mundo. Sé que muchos vienen con dificultades inasimilables (yo no sé si inasumibles). Debemos, los responsables de su venida y el resto, cuidarlos y amarlos a todos por encima de todo. Ellos son lo primero. Están por encima de nosotros mismos, de los animales, de las plantas… Nada, ni nadie, podrá suplantar jamás su esencia visible entre videntes (e invidentes). Que ni un solo ciego de amor se atreva a ponerle la mano encima a un niño…
Que Giulia juegue y ría y sea trasto y pataleé y deje exhausta a su madre no es sino vida que pugna por salir, a borbotones, a un mundo de esencias con el que pocos adultos tienen la facultad de conectar. Y es la vida de la niña, y la niña, esa vida entera en forma de semilla aún por germinar del todo en cuyo curso hace florecer vida en los demás.
Tiempo habrá, amico mio Ana, para otras cuestiones.
Os quiero.
Aires de Sevilla
24 de mayo de 2022