Poesía y pintura se prestan universos creativos recíprocamente. Juan Ramón Jiménez comenzó siendo pintor. Pablo Picasso y Salvador Dalí devinieron plumas avezadas. Manuel Machado extrajo a los cuadros de Murillo el jugo lírico de sus escenas. De ello da cuenta Pablo del Barco en Las Sevillas de Manuel Machado. Confirámosle la palabra: <<Está Machado (…) próximo a la estética de Murillo, (…) para él el pintor por excelencia (…). Estética de lo superficial, (…) de la luz que ilumina pero (…) no construye (…) >>.
Pregunto: ¿Y Velázquez? Responde Del Barco: <<Le asombra, pero no le emociona (…)>>. Igual me ocurre a mí con sendos sevillanos y con el moguereño: me conmueven y asombran. Los otros, sólo me asombran.