La secuencia de hechos es la siguiente. Uno: escucho en RNE (Radio Nacional de España) una alusión a la rocambolesca y triste historia de Aurora Rodríguez Carballeira y su hija Hildegart (feministas de pro ambas, asesina y asesinada, respectivamente). Dos: indago (y leo) largo y tendido en la red de <<viuda>> (tipo de araña) que llamamos red a secas sobre el tema de marras. Tres: llega hasta mí un enlace de RNE (a mi juicio la emisora menos <<politiquilla>>) donde se puede escuchar un documental bellamente producido e interpretado a la vez que arduamente científico (salen voces acreditadas del ámbito de la Sociología y de la Psiquiatría) sobre la historia de estas dos mujeres excepcionales (en un sentido no positivo). Cuatro: en el libro <<Los secretos de la motivación>> (Ariel, 2011), de J.A. Marina, leo: <<[Para algunos psicólogos], el sujeto tiene poca iniciativa. Está sometido a ese juego casi automático de reforzadores positivos, reforzadores negativos, sistemas de extinción y respuestas correspondientes, etc. Es poco más que una máquina expendedora: si se le echa la moneda, emite la respuesta. Por eso tenían una enorme confianza en la capacidad de moldear las conductas humanas (…)>> (op.cit. Pág., 67); y más abajo: <<La inteligencia humana puede reflexionar sobre esos mecanismos [de premio y castigo], desear actuar automáticamente, aspirar a la libertad, y en consecuencia rechazar como ofensiva esa ingeniería social educativa>> (op.cit. Pág., 68). Hasta aquí los hechos objetivos.
De manera ineludible pienso en las sincronías junguianas tan en boga desde cuando un servidor de nadie tiene uso y disfrute de razón. Una vez más no doy crédito. Por esclarecer el fondo de la intención bloguera: el tema del presente post es una mera incertidumbre; la que recoge el interrogante: ¿Puede una señora zafia (como Aurora Rodríguez Carballeira) crear con sus eugenésicas artes un niño o una niña prodigio o, por el contrario, algo así sólo le incumbe a la naturaleza biológica del nacido sin ser éste sometido a operación ajena alguna más allá de la mera concepción?
Partiendo de una ca(u)salidad (la sincronía junguiana arriba mentada) arribo a una casualidad (el nacimiento de Hildegart con tales, y tantas, capacidades intelectuales y artísticas que el más ilustre quedaría aminorado). Lo juzgo mágico. Pero todo empezó el año 2003 cuando, casi imberbe yo, cayó en mis manos el libro <<Amor y pedagogía>> (Unamuno); ahí, don Miguel habla de un padre que desea fabricar un hijo perfecto desde el punto de vista intelectual y también moral. Había de conseguirlo proveyéndole (al hijo) de una educación exquisita aunque castigadora (y castradora) a más no poder. Como era de prever la empresa paterna fracasó. Igual que le aconteció a Aurora con Hildegart. Huele, me parece, a cerramiento de ciclo. Sólo anhelo que ningún otro prohombre iluminado con los haces en tonos grises de la luz de la erudición esquizofrénica (si no psicopática) haga nuevos intentos de erigirse en salvador de la especie humana. Borges, en <<Las ruinas circulares>>, escribió: <<Su victoria y su paz [la de quien se ha propuesto soñar un hombre] quedaron empañadas de hastío>>; de sangre, en el caso de Hildegart Rodríguez, matada por su madre cuando resolvió rebelarse.