jueves, 21 de marzo de 2013

62/ Camaradería

Algo en Benedetti zangolotea mi espíritu: Su ternura o su ironía o su comedimiento o su sencillez o su indulgencia. Estrictamente ignoro qué. Biografía para encontrarme conlleva Los que se fueron. La estrofa cuarta exhuma uno de mis términos predilectos: “Vademécum”. En su segunda acepción (DRAE). A saber: “Cartapacio”. De resultas evoco sueños y aprensiones que aducía yo camino de la escuela. No versa, a la he, sobre aqueste tema el citado poema. Los que se fueron, aquí y ahora, son hombres y mujeres tangibles. Corrijo: Vaporosos. Anhelo atribuir a la idea de “irse” un sentido disímil del obituario y del erótico: El espacial. Se fueron mis amigos J.D. e I. a tierras encorsetadas por Isabel II y el Céltico. Se fue mi amiga A. a la bota que calzó el Dante. Se fue mi otra amiga A. Q. F. E. y mi amigo A. P. C. a la Villa y Corte de Quevedo. Se fue (regresó) mi amiga P. S. al piso patrio del Zloty. Se fue mi amiga I. M. al Sacro Imperio Romano Germánico. En mí radican todos. Yo, ha tiempo, opté por quedarme. Enuncia Benedetti en Los que se fueron que “los que se quedan tiemblan en silencio”. Bien procuro fe de ello. Con una apostilla: El autor (conjeturo) alude a la dictadura militar y a sus desaparecidos. Yo, a la camaradería. Advertirlo, me parece, no es de Perogrullo. 

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