Sobre Historia de una escalera… (Antonio Buero Vallejo. Austral. Barcelona, 2013. Acto segundo. P, 90. Urbano a Carmina hija): Más vale ser un triste obrero que un señorito inútil… Pero si tú me aceptas yo subiré. ¡Subiré, sí! ¡Porque cuando te tenga a mi lado me sentiré lleno de energías para trabajar! ¡Para trabajar por ti! ¡Y me perfeccionaré en la mecánica y ganaré más! La creencia y el propósito de Urbano es repetido. Al final del primer acto otro personaje (Fernando) parlamenta lo mismo, usando otras palabras, con Carmina madre. El ciclo de la vida. Dijo Buero: “Vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable”. Retorno maldito si retorno insufrible. La vida de estos personajes deviene, me parece, insufrible. Juzgue el lector. España. Año diecinueve. Escasez. Ruindad. Amor no escuchado. Desamor buscado. Engaño. Arcas vacías. Sueños por materializarse. Aprendizaje parental. Sueños truncados. División social. Política. División por sexos. Orgullo de clase. Ganduleo. Soledad. Traición. Corazón roto. Pasividad. Desprecio de clase. Frustración. Muerte. Y todo ello en un conjunto armonioso: la vida. La vida es una tragicomedia con infinitos personajes e infinitas situaciones y acciones. El teatro de Buero es, sencillamente, perfecto. Reflejo del vivir que no es sino batallar. Y subir y bajar la escalera de nuestros días es vivir. Solo aquellos que osen cambiar de portal (de vecindad) alcanzarán la dicha. La vida es cambio. Leer a Buero es leer la vida. Con independencia de qué vida. Y de en qué lugar y en qué tiempo se desarrolle ésta. Teatro universal. Teatro omnipotente: omnipresente en todas las conciencias. Juzgue el lector. España. Año cuarenta y nueve. Escasez. Ruindad. Amor no escuchado. Desamor buscado. Engaño. Arcas vacías. Sueños por materializarse. Aprendizaje parental. Sueños truncados. División social. Política. División por sexos. Orgullo de clase. Ganduleo. Soledad. Traición. Corazón roto. Pasividad. Desprecio de clase. Frustración. Muerte.
viernes, 26 de diciembre de 2014
lunes, 22 de diciembre de 2014
171/ Un asombro
Ignacio Camacho ha aleccionado a muchos articulistas al escribir Almendras amargas. He dicho: articulistas. No periodistas. No literatos. Literatura y periodismo van por otro sendero menos sendereado. Opinión personal. El artículo se sitúa entre el arañazo superficial y el desgarro profundo. Entre la opinión y la anécdota. Juzgo el texto de Camacho obra maestra de este género. Me regocija toparme con un ejercicio lingüística y sintácticamente exigente que no obvia el barroquismo. Lo es…, barroco. También se encuentra cargado de ideas. Es barroco, barroquillo, con ideas. Y eso se agradece. Antes he sostenido que la prosa opinativa es superficial. Ahora apostillo: felizmente no siempre y, más felizmente aún, no en toda pluma. Antes he sostenido que la prosa literaria es profunda. Ahora apostillo: desgraciadamente no siempre y, más desgraciadamente aún, no en toda pluma. Especificado queda. Hablaba del artículo premiado de Camacho. Porque no se premia a un periodista. Se premia el texto que éste ha elaborado. He aquí el quid de la periodística cuestión. La elaboración. Estrujarse el cerebro a fin de hallar la mejor forma de decir algo. Entregarse, al máximo, el dicente. No correr. Lo que deviene harto improbable en la esfera periodística actual. “Escríbeme despacio, que tengo prisa”. Elaborar y deleitar. ¡Tate! ¿No es esto más propio de la literatura? Bueno: sin deleite. Pero elaborando. Hasta el hartazgo. Camacho lo hizo. Se nota en el cuerpo de su artículo. O eso creo yo. Para lo cual no hay que dejarse llevar por la cantidad que tanto seduce al escritor barroco. Sino por la calidad que tanto satisface al filósofo. ¡Ea! Ya llegamos a donde, bajo ningún concepto, quería llegar yo: a la Filosofía. ¡Vaya, hombre! Hace tiempo me convencí de que ésta está presente en todo acto literario. Y que los demás opinen (o piensen) lo que quieran. Al mundo: ¡Qué gozada dar con un artículo casi literario, casi filosófico, en estos tiempos de indigencia filosófica y literaria! Qué gozada y qué asombro. Y el periodismo exento de mezclas que aprenda de ese pseudo periodismo literario y filosófico que, al par, no es literatura ni filosofía y es las tres cosas: filosofía, literatura y periodismo. Lo contrario (que éste se nutra de aquél) también es deseable.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
170/ Doble vida
En cada época la literatura ha incomodado a alguien. Convertir un hecho grave o liviano en otro literario no es plato de gusto para todo quisque ni, aún siéndolo, lo sería siempre. Se juzga entrometido. Se juzga peligroso. El convertidor se mete en camisa de once varas. Pero no hay escapatoria. Tiene que hacerse así. Aquél debe acometer esa labor si la lleva en la cabeza, si en el corazón, si en el alma. Más aún cuando el texto de marras cauteriza heridas. El día seis del mes nueve del año dos mil doce puse a buen recaudo un PDF. Fue publicado en el periódico El Mundo. En él se habla de una novela, de su protagonista principal y de quien la escribe. Es ésta hija de aquélla. Justo al contrario de lo que viene a ser lo habitual. Y aquélla fue bipolar. Y de aquélla abusó su padre. Y finalmente aquélla se suicidó. Años después de tan aciagos hechos nació la novela de que hablo. Ésta: Nada se opone a la noche. La escribió Delphine de Vigan. Yo sabía que ese PDF emergería hasta la superficie de esta bitácora en forma de post. ¡Para lo cual han tenido que transcurrir más de dos años! Hoy he releído el PDF y se me han erizado hasta las cerdas de las cejas. Me pregunto por qué Vía Crucis no transitaría de Vigan para resolver escribir tan polémica historia. Dos ideas suyas me han zarandeado. Una: que la literatura hipnotiza (no exorciza) los demonios personales. Y dos: que para elevar un hecho al nivel literario, primero hay que transformarlo en palabras, y luego esas palabras en literatura. Aumentando progresivamente (es claro) la dificultad de ejecución. Hay quien se salta el segundo paso a piola. Hay quien el primero. Yo, hoy, también creo que la literatura hipnotiza (y no exorciza. No porque sí) los propios fantasmas. Pero no solo hipnotiza. También vivifica al autor y, por ende, al lector. Hay individuos (entre los que me incluyo) a quienes, sin ella, les falta el oxígeno. Inadaptados de un mundo en que no se lee. O: en que no se lee literatura. O sea: ficción. No todo de Nada se opone a la noche aconteció en la vida real. Lo que siempre digo: imaginar es vivir dos veces.
jueves, 11 de diciembre de 2014
169/ Sempiterna Granada
Montefrío (Granada). |
Ir a Granada es extasiarse con una de las joyas de Andalucía y de España. E ir a Montefrío es pisar lo que otrora fue frontera entre el reino nazarí y el cristiano. Subir a su Villa en diciembre es pelarse de frío. Y sacar una panorámica desde el campanario de ésta es mirar con ojos de adulto el mundo que uno veía, desde tierra, cuando era niño. Ir a la Sierra Nevada (después de 19 años sin visitarla) es remontarse a una época en que vivir era soñar. Y todo en diciembre (tres bajo cero) y en el corazón el suspiro de Federico (que no Boabdil) y su irrefrenable eco. He estado en la ciudad andalumora durante el puente de la Constitución. Y en lo que menos he pensado ha sido en ella: en la Constitución. Rodeado de buena gente, en un ambiente gélido y festivo, los unos de izquierdas y los otros de derechas y yo en medio. La vida es eso. Ir y venir, estar e irse, siempre con una sonrisa y derrochando buenos modales. ¿La Constitución? Yo no la voté. Sin embargo me alegro de que exista. ¿Mi gente? A esa la voté y la votaré toda la vida. Mi gente es y no es constitucionalista. Ella no entiende de política y sí de amistad. Granada, Montefrío, la Sierra Nevada en mi corazón y en mi mente de un modo particular. Y a la política que le zurzan.
viernes, 5 de diciembre de 2014
168/ Libertad bajo palabra (tomado de Octavio Paz)
Haré una confesión: amo los dichos y las frases hechas. En el Diccionario de dichos y frases hechas, de Espasa, confluyen verdaderos tesoros. Unos 5000. Amén de 3000 variantes de los mismos. En el prólogo del ejemplar que manejo se enuncia que refranes y proverbios quedan fuera de la mentada categoría. Al parecer hay otra nomenclatura menos deslindada. A saber: locuciones y modismos. Las primeras, a veces, funcionan como piruetas lingüísticas. Los segundos podrían pasar por hábitos del lenguaje. El néctar de estas flores radica en la interpretación. El modismo no cabe ser interpretado dejándose uno llevar por el sentido de las palabras que lo forman. La locución, a veces, se deja interpretar y otras no. Ejemplo de modismo: “De buenas a primeras”. Ejemplo de locución: “De buenas a primeras”. Aireo el mismo ejemplo y la misma chanza que Alberto Buitrago en el mentado diccionario. Él es quien lo prologa y recopila los dichos y frases hechas por que resuella éste. Para el prologuista y recopilador la locución y el modismo son una y la misma cosa: expresiones para cuya interpretación se requieren filtros. ¿De qué pelaje? Léxicos. Semánticos. Sociolingüísticos. Dejaré aquí, agavilladas, cinco de estas flores. Una: “A bocajarro”. Quiere decirse que cuando uno sufre un disparo desde una muy corta distancia, la señal que queda en su cuerpo es grande y redonda, como si, en vez de por el cañón de una pistola, le hubiesen disparado por una boca de jarro. Otra: “A bulto”. O sea: Sin pensar, aproximadamente, o considerando solo lo más importante. Otra: “A machamartillo”. Es decir: Firmemente. Fuertemente. Con insistencia. Otra: “Habló el buey y dijo mu”. O (tanto monta): que ha hablado quien menos debía hacerlo, [o] a quien menos caso se le va hacer. Otra: “Venir al pelo”. Con claridad: Ser algo o alguien muy oportuno y conveniente. Expresiones todas ellas sin corsé. Por algo tenían que gustarme tanto. Volveré sobre esto, creo, en otra ocasión.
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