domingo, 29 de octubre de 2017

275/ Una pifia

Hasta el más listo de la clase puede ser el más tonto si se lo propone. C. H., acertado, dice que “hay tontos que dan a dos calles”. Doy fe. Ramón Menéndez Pidal no era tonto. Estudió el Ms. del Poema de Mio Cid con hondura y tenacidad de picapedrero. Erró el tiro después. La pifió. Esto ha escrito: “Por fortuna, la tinta usada en tales repasos es tan mala que se puede hacer desaparecer fácilmente con la goma de borrar, dejando limpia la primera escritura del copista. Yo empleé, bajo la inteligente dirección de Antonio Paz y Melia, el sulfhidrato amónico en los diversos lugares que expreso en las notas a mi edición. Sólo en tres ocasiones usé el prusiato amarillo de potasa y el clorhídrico…”. 
     Pregunto: ¿la Paleografía permitía entonces tales excesos? Los reactivos químicos dañaron el Ms. del Poema irreparablemente. ¿En qué pensaban eruditos y estudiosos? ¿En qué Administraciones y políticos? Ahora con retintín: y, ¿no tiene la búsqueda del conocimiento paleográfico un límite infranqueable: el no empeoramiento del estado general del documento original (valga la rima)?

miércoles, 18 de octubre de 2017

274/ "Mi mejor obra es mi constante arrepentimiento de mi obra"

Lo escribió Juan Ramón Jiménez. Además de: “Se habla demasiado de mi sistema de corrección. Si se corrije lo de ayer, lo de hace un año, dos, tres, cinco, ¿por qué no corregir lo de veinte, treinta, cincuenta? En buena lógica lo que necesita más corrección es lo más lejano, ya que la vida nos ha dado más tiempo de llevarlo con nosotros, y lo importante es que una cosa sea bella. Siempre he respetado en mi corrección la idea, el sentimiento, el sentido, el acento, el carácter de mi escritura y la mayor parte de la redacción que suponía un hallazgo. He suprimido lo más inútil o lo más vano y he procurado dejarle su verdad a cada cosa.
     Al corregir reviviéndolos mis poemas antiguos, les dejo lo anecdótico que tenían de fundamento, o lo imaginado, con el acento original. Lo que les quito es el añadido tonto, y a cambio de la sustitución verdadera; que, aunque no la señalé entonces, quedó grabada en mi recuerdo como pidiéndome que la salvara.
     Y estoy contento de haber podido salvarla”. 
     Palabra, a mi juicio, que va a misa. Lo copiado refleja una filosofía del esfuerzo literario. La escritura es esforzada. No automática. Los seguidores de Breton (léase: post-modernos de hoy) sostendrían lo contrario. Risas. ¿Quién escribe, en la actualidad, así? ¡Legión son! “Lo importante es que una cosa sea bella”. Esto sí: con la belleza se quedan los post-modernos más anchos que largos. Y no con esto: “suprimir lo más inútil y lo más vano”. 
     Puedo admitir que la literatura es inútil y es vana y es bella (contraviniendo, en parte, a Jiménez). Automática no. Eso nunca. Hay que pensarla y re-pensarla y requetepensarla para procurarle decencia artística. Muchos olvidan lo aquí apuntado: escribir sería jugar… Vale. Pero no pretendan “hacer” literatura de vuelo alto. Inevitablemente este les saldría rasante.  
     Es sabido: a pájaro que de esa guisa vuela… tiro certero del cazador. 
     Conque…