Lo escribió Juan Ramón Jiménez. Además de: “Se habla demasiado de mi sistema de corrección. Si se corrije lo de ayer, lo de hace un año, dos, tres, cinco, ¿por qué no corregir lo de veinte, treinta, cincuenta? En buena lógica lo que necesita más corrección es lo más lejano, ya que la vida nos ha dado más tiempo de llevarlo con nosotros, y lo importante es que una cosa sea bella. Siempre he respetado en mi corrección la idea, el sentimiento, el sentido, el acento, el carácter de mi escritura y la mayor parte de la redacción que suponía un hallazgo. He suprimido lo más inútil o lo más vano y he procurado dejarle su verdad a cada cosa.
Al corregir reviviéndolos mis poemas antiguos, les dejo lo anecdótico que tenían de fundamento, o lo imaginado, con el acento original. Lo que les quito es el añadido tonto, y a cambio de la sustitución verdadera; que, aunque no la señalé entonces, quedó grabada en mi recuerdo como pidiéndome que la salvara.
Y estoy contento de haber podido salvarla”.
Palabra, a mi juicio, que va a misa. Lo copiado refleja una filosofía del esfuerzo literario. La escritura es esforzada. No automática. Los seguidores de Breton (léase: post-modernos de hoy) sostendrían lo contrario. Risas. ¿Quién escribe, en la actualidad, así? ¡Legión son! “Lo importante es que una cosa sea bella”. Esto sí: con la belleza se quedan los post-modernos más anchos que largos. Y no con esto: “suprimir lo más inútil y lo más vano”.
Puedo admitir que la literatura es inútil y es vana y es bella (contraviniendo, en parte, a Jiménez). Automática no. Eso nunca. Hay que pensarla y re-pensarla y requetepensarla para procurarle decencia artística. Muchos olvidan lo aquí apuntado: escribir sería jugar… Vale. Pero no pretendan “hacer” literatura de vuelo alto. Inevitablemente este les saldría rasante.
Es sabido: a pájaro que de esa guisa vuela… tiro certero del cazador.
Conque…
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