jueves, 8 de octubre de 2020

338/ El maestro Antonio (I)

No colgar, aquí, el texto abajo copiado se me antojaba inoportuno. Por su literalidad. También por su libertad. O tanto monta: por cuanto denota y connota. El litoral de lo literal (léase: lo figurado) tiene mucho que decir y poco que callar. Perdón por la rima. Podríamos afirmar que en breve procederemos a poner en práctica un sano y, a mi juicio, poco defendido oportunismo. 

     El texto referido habla de “política”, de “políticos”, de “máscaras”...  

     A qué apuntar más. 

     Callo y copio: 


     “Al hombre público, muy especialmente al político, hay que exigirle que posea las virtudes públicas, todas las cuales se resumen en una: fidelidad a la propia máscara. Decía mi maestro Abel Martín –habla Mairena a sus discípulos de Sofística– que un hombre público que queda mal en público es mucho peor que una mujer pública que no queda bien en privado. Bromas aparte –añadía–, reparad en que no hay lío político que no sea un trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedias, en que nadie sabe su papel.

     Procurad, sin embargo, los que vais para políticos, que vuestra máscara sea, en lo posible, obra vuestra; hacéosla vosotros mismos, para evitar que os la pongan –que os la impongan– vuestros enemigos o vuestros correligionarios; y no la hagáis tan rígida, tan importas e impermeable que os sofoque el rostro, porque, más tarde o más temprano, hay que dar la cara”.


     El subrayado no es mío. Tampoco el texto lo es. ¿Su autor? Antonio Machado. Para más señas: Maestro de escuela. Para más señas aún: Poeta y medio filósofo. El texto ha sido extraído del libro Juan de Mairena (Espasa Calpe. Madrid, 1986). Nadie sospeche de la intencionalidad que nos ha llevado a extraerlo y copiarlo y colgarlo de mil amores aquí. ¿Habrá en España clase más recta que la política? Tenemos unos políticos de estratosférico nivel intelectual y ético. ¡Salta a los ojos! Ellos (añadiré ahora: “y ellas”. Así no se dislocará demasiado la plebe feminista y, de paso, contradigo lo que de machista pueda haber en la literalidad del texto) siempre dan la cara.

     ¡Pero Siempre! 

     Risas. (Este subrayado sí es mío).

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