lunes, 14 de febrero de 2022

369/ "Desolación de la quimera"

Como animal domado por el látigo, El hombre.

(Luis Cernuda. Desolación de la quimera).


El idealismo no trae nada bueno. Háganme caso: no idealicen nada ni a nadie. Uno de los perjuicios que trae consigo el idealismo es la utopía (y esta, la quimera). Refiero, aquí, la segunda acepción que de esa entrada ofrece el Diccionario de la Lengua Española. A saber: <<Utopía>>: `Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano´. Particularizo un poco y digo: El individuo futuro de características favorecedoras del bien humano. Es hora de huir de las generalidades sin demasiados rasguños en rostro y cuerpo. Repito, ahora, el inicio de este post: El idealismo no trae nada bueno. Yo no idolatro. Yo idealizo. Idealizar e idolatrar no son la misma vaina. Precisamente, por idealista, de vez en cuando me he comido la bofetada con la mano abierta de una realidad pura e inamovible. Por ejemplo: Que nadie está a salvo de la incongruencia, del tiro errado, de la imbecilidad. Ni siquiera el más inteligente, acertado, coherente sobre la faz de la Tierra lo está.

     Unos apuntes sobre Stalin...

     Miguel Hernández: <<Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos / has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente, / y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos>>.

     Rafael Alberti: <<Padre y maestro y camarada / quiero llorar, quiero cantar, / que el agua clara me ilumine, / que tu alma clara me ilumine / en esa noche que te vas>>.

     Pablo Neruda: <<Su sencillez y su sabiduría / su estructura de bondadoso pan y de acero inflexible / nos ayuda a ser hombres cada día>>.

     Mis idealizados poetas erraron el tiro...

     Desolación de la quimera, ay.

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