martes, 22 de julio de 2025

482/ Letra impresa de dolor

El gueto de Varsovia fue de los más terroríficos del tercer Reich. En él se cometieron las atrocidades más extremas que el ser humano ha sido, hasta hoy, capaz de cometer. Quizá la peor de todas: convertir en locura la cordura; en maldad, o algo semejante, la bondad. Sí: ¡Deshumanización del ser! Verbigracia: la madre que tiene que alimentarse del cuerpo del hijo muerto para no morir de hambre. Espeluznante. 

     Darcy O´Brien lo describe, sin crudeza, en El Papa oculto:

     <<El 21 de marzo de 1942, la División de Propaganda del distrito de Varsovia informó:

     La cifra de mortalidad del gueto todavía se mantiene en una cifra cercana a los cinco mil muertos al mes. Hace unos días de registró el primer caso de canibalismo por hambre. En una familia judía murieron en el lapso de pocos días el hombre y sus tres hijos. [La madre se comió un trozo de carne del hijo que murió en último término, un niño de doce años]. Desde luego, esto no bastó para salvarla, y murió dos días más tarde>>.

     Al leer lo más arriba encorchetado un soplo, con sofoco, de ética destrozada ha inundado mi plexo solar. No debía haberlo leído. No, desde punto y hora en que la letra impresa <<con sangre no entra>>; se queda sellada ya para siempre en el alma dolorida del lector. No, no debía haberlo leído. Qué diantres, pregunto, hago yo ahora con mi maltrecha e inoperante alma (con mi maltrecho e inoperante espíritu) si luego de leer el pasaje arriba encorchetado el lienzo de mis imágenes mentales imborrables atesorará para siempre un manchurrón de tinta negruzca que no sólo es mancha sino también materia pringosa y viscosa y onerosa. Qué diantres, pregunto, algo yo ahora con mi maltrecha e inoperante alma… 


     ¡Aymé!

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