<<Vivir así es muy poco vivir; pero, de otra parte, morir también así, sin haber vivido lo bastante alegremente para encontrar la muerte natural, es tan desalentador…>> (Camilo José Cela: Pabellón de reposo. RBA Editores, S.A. Barcelona, 1992. Pág., 111).
<<Vivir así>>… Vale, pero, ¿qué es <<vivir así>>? <Vivir así>> es vivir postrado en una cama, o en un sillón, o en una silla; postrado uno en sí mismo. <<Vivir así>>: vivir sin vivir (pudiendo hacerlo; es decir: vivir), o tanto monta: <<La vida no vivida>> de Carl Jung. Pero don Camilo sin don no refiere sólo esta carencia de vida, no. Don Camilo José refiere más de una carencia en este sentido; por ejemplo: la <<no-vida vivida>> de quien, a causa de la tuberculosis, no vive más que postrado en una cama; o la de quien, estando sano como una pera, decide (a veces sin consciencia de ello) no vivir o vivir poco. Este es, con diferencia, el peor caso. No es el más dramático. Cierto; pero es, con el permiso de todos, el peor. Estar dotado para vivir y no hacerlo deviene, me parece, tristemente absurdo.
Yo no hablo del suicida. El suicida tendrá sus razones (todas legítimas, si cuerdo) para no querer vivir. Hablo del frustrado, del abúlico. Hablo del melancólico; ese que no sabe (porque sí puede; o eso quiero creer yo) vivir sacudiéndose de encima la pena por razones heterogéneas… <<Sólo el melancólico permaneció en su lecho, porque era inútil sacarlo al aire puro si sus ojos sólo veían sus propias pesadillas y sus oídos estaban sordos al tumulto de los pájaros>> (Isabel Allende: De amor y de sombra).
A la frustración del <<vivir así>> se suma el desaliento del <<morir también así>>. ¿Cabe un panorama más desolador? Millones de criaturas, no sólo cr(e)aturas, en el mundo viven (si se puede llamar así…) así. Nadie hace nada por corregir ese renglón del texto del día a día. Cada quisque está a lo suyo. Y, ¿qué es lo suyo? Pues un consumo por aquí, un consumo por allá, un consumo por acullá… Vacación, coche, casa. Pareja, placer, disgusto (la mayoría de veces, ñoño). Amistad, deslealtad, consuelo último en el perdón (¡la soledad aprieta!) y… ¡Suma y sigue! Pero el melancólico persiste en su lecho, rumiando (extraviado en su, con ere, <<cerebración>>). Y no: nadie hace nada por corregir ese párrafo del texto de la vida. Si te ha tocado en suerte vivir la vida no vivida te has de aguantar. <<Que cada perrito se lama su capullito>>.
Seguramente Cela pensaría que poder y no querer es cosa de ineptos. El alma mustia invalida el pensar, el sentir, el actuar; lo invalida todo. El espíritu es subsumido por la tristeza. El cuerpo no responde como debería… Pero los otros, los felices otros, están a lo suyo. Es lo que les sucede a los internos de Pabellón de reposo. Les salva la colectividad, la identidad de grupo, ese grupo que se crea a expensas del gran grupo que conforma toda la humanidad (los felices y los infelices, los sanos y los enfermos, los honestos y los trápalas). Un subgrupo aquél, por así decir, de la masa humana sufridora. Solo que aquél subgrupo tiene mácula: la enfermedad tuberculosis. Para quien no lo sepa: no está erradicada; como no lo está la melancolía… Ay.
COLOFÓN
<<La vida la hemos olvidado. Para nosotros no existen ya más horizontes que los que hemos preferido elegir, lo cual viene a ser una ventaja, sin duda alguna. El mundo empieza y acaba a cuatro metros de nosotros mismos, alrededor de nuestra cama, y las gentes que gozan de los placeres de la existencia, los hombres y las mujeres que ríen y bailan desaforadamente, que se aman y se besan sin tiento y sin medida, no son nuestros hermanos>> (op.cit. Pág., 137).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.