viernes, 31 de julio de 2015

193/ Reflexiones quijotescas

Quijotes versus Quijanos

Nietzsche se preguntó: ¿deriva la tragedia de la alegría? E hizo bien preguntándoselo. ¿Dónde? En El origen de la tragedia. Vale. Yo me pregunto: ¿deriva la alegría de la tragedia? Hombres y mujeres conozco que se han bajado de una parra para encaramarse a la otra. La mudanza de la tragedia a la alegría es sensatez. Moblaje y bártulos no se advierten. Poco pesan. Lo contrario equivale a tontada. A locura. A quijotada. España es patria del Quijote. Eso no es impedimento para que los españoles no aspiremos a ser quijotes. No sé si todos. No sé si siempre. Y sí Quijanos. O Panzas. 
      Ir de la alegría a la tristeza, me parece, es idiotez. ¿A qué hacer eso? Otra cosa es la obligación. ¡Primero ésta y después…! El sector de pompas fúnebres es claro ejemplo de lo que digo. Considerando trágica, per se, cualquier muerte. Requisito éste indispensable. La tragedia conlleva tristeza y conlleva alegría. No solo lo triste resulta trágico. Ni lo alegre, cómico. Lo triste cómico existe. Como lo alegre trágico. Sketches hay que lo demuestran. Humoristas abundan que lo asientan. No menos obras hay (legión son) que lo corroboran. 
      La vida es teatro. Personaje, cada vivo. Nos delata nuestra máscara. La color del maquillaje que nos chorrea con el calor. La indumentaria de cuento que nos enfundamos. Ésta, por cierto, contribuye a que creamos ser quienes no somos. De los muertos (esos enfermos de sinceridad y de bondad) no diré ni mu. ¡Quita, quita! Mejor no meneallo        

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