martes, 4 de agosto de 2015

194/ Reflexiones quijotescas II

En dirección prohibida

Primera parte de Don Quijote de la Mancha. Capítulo XXXI. Edición de Francisco Rico. 
Don Quijote a Sancho:
–¡Válate el diablo por villano, y qué de discreciones dices a las veces!
Responde Sancho:
–Pues a fe mía que no sé leer.
Y a la mía que tampoco escribir. Cervantes (no menos don Quijote) atiza a Sancho con el apelativo de “simple”. No lo tengo yo por esto. Como no tengo a don Quijote por aquello (por loco). Panza es avispado. Don Quijote, inteligente.
No creo que Cervantes fuera el genio. Juzgo Don Quijote de la Mancha obra maestra de la literatura española. He dicho: el y obra. Y no: un y la obra. Repárese en los artículos.
Lo mismo, creo, sucede en otras latitudes con Cien años de soledad. No así con Gabo: genio sin remilgos. Su obra cumbre, para él, no era su obra cumbre. Que era otra: El amor en los tiempos del cólera. Pregunto: ¿quién, qué se atreve a colocar el marchamo de “maestra” y de “genio” a nada, a nadie respectivamente en la aduana de la costa de los libros? Lo ignoro. Y le digo: ¡Válate el diablo por villano!
¡Cáspita! Yo lo hago a menudo. Ergo: villano soy.  
¿Habemus injusticia literaria? ¿No hay ningún libro, en español de España o de América, superior al Quijote y a Cien años de soledad? ¿De veras no lo hay? ¿Ni uno solo en todo el orbe de los libros?
Mejor que Cien años…, lo dudo.
Mejor que el Quijote, habría que estudiarlo.  
A risa y jolgorio no hay quien le gane al español. El colombiano goza de frases medidas y de una musicalidad exquisita. De ahí a considerarlos especímenes únicos, más el Quijote, va un trecho. Aunque ambos lo sean. Digo: especímenes únicos.  
¿Me arrepentiré de semejante herejía? ¿Me retractaré de tan vil palabrería? ¿Irán conmigo a los leones los de la corrección política-literaria algún día?
Veremos.  

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