jueves, 14 de abril de 2016

227/ El mundo boca abajo

Amado Nervo nos legó esta joya:
     
     Atiborrado de filosofía, 
     por culpa del afán que me devora, 
     yo, que ya me sabía 
     dos gramos del vivir, nada sé ahora. 

     De tanto preguntar 
     el camino a los sabios que pasaban, 
     me quedé sin llegar, 
     mientras tantos imbéciles llegaban…
     
     Su título: En panne. Léase: Averiado. O escacharrado. O estropeado. O estancado. El franchute no es lo mío.
     Vislumbro, aquí, dos causas del pesar del yo poético. Una: que los sabios no son tales. Y dos: que el tonto soy yo (con mi filosofía y todo) por preguntar repetidas veces y no aclararme lo suficiente o nada de nada. 
     ¿Será que habemus sobre-información?  
     El imbécil resulta ser el que sabe. No cuestiona. Él (o ella) arriba al final del camino. Dos substancias entreveo ahora. Una: que aquél no es tan imbécil. Y dos: que aquél lo es (imbécil) sin saberlo. Saber significaría detenerse. ¿Y el afán? ¿Pero afán de qué? ¿De saber? ¿De conocer? ¡Tate!: de hacer. Aquel que hace (no tanto aquel que piensa) acaba conquistando su mando en plaza y lo que le echen por delante y por detrás.
     Eruditos del mundo: mi enhoramala. 
     Indoctos e incultos del mundo: vuestro será el reino de los cielos. Mi enhorabuena.

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