<<Mucho más que un cuarto poder, la prensa española es durante el siglo XIX una vía de acción política al servicio de los partidos: sus proclamas, editoriales y polémicas llegarán a oscurecer, incluso, las mismas sesiones del parlamento. En manos de los grupos separados del gobierno se transformaría en la mejor arma de oposición a los diferentes ministerios, en tanto que el Estado encuentra en ella el medio ideal para justificar sus acciones, amparado en la falacia de la opinión pública>> (Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga. Breve historia de España. Alianza Editorial. Madrid, 2012. Pág., 425).
¡Oh, Krishnamurti, he aquí la madre del cordero!: la prensa como arma de oposición. Deleznable. Asqueroso. Infumable e insufrible. Una vergüenza. Inútil quejarse. Es lo que, lamentablemente, hay. Y lo hay hoy. No es necesario retroceder al XIX. No, no, en pleno XXI la prensa se erige en Ministro de Interior o de Exterior o en Vicepresidenta o Presidenta (para qué vamos a andarnos con chiquitas) del gobierno de turno. Con todo, a mi juicio, no hace bien su trabajo (para el que nació): informar y controlar los desmanes del poder político, atiborrado de politicastros, sin un empuje ideológico sino humanista de fondo.
Luego querrán sacrificar a una periodista (Sandra Golpe) que se atreve a declarar públicamente que no ejerce su derecho al voto por una cuestión de prurito profesional. ¡Bravo, Sandra! En este país de lenguaraces acompañados de charanga y pandereta no habrá nadie de la profesión de la pluma a sueldo que se atreva a seguir tus pasos decididos y honestos. Parece que depositar la papeleta en la urna de metacrilato cada equis tiempo obliga a una serie de futuras estupideces, y si no se deposita, no: en este caso quedaría uno (si es periodista) libre de todo influjo pseudo-inconsciente y por lo demás de raíz ideológica. La confesión se la afeó por lo bajini una colega con el coco comido (supongo) y felizmente casada con la Izquierda: Mamen Mendizábal. Lo hizo delante de toda España, a la torera, incluso sacando pecho: pobre. Tú vota, Mamen, que ya habrá quien te siga `periodísticamente´… (véase aquí).
¡Bah!, cuánta chusma en la piel de toro. Entre periodistas politizados y politicastros bocachanclas anda el juego del calamar… Yo, por si las moscas de Machado, volveré una y mil veces a mi Unamuno y a mi Juan Ramón y a mi Federico y a mis poetas esteticistas y a mis novelistas imaginativos e intuitivos que nada (o casi nada) quieren saber ni de la política ni de los discursos supuestamente envalentonados y pro humanistas de los que tanto presume el periodismo actual y de los que tanto debería desquitarse de una santa vez para hacer aquello a lo que debería sentirse obligado: informar (y opinar y analizar y reportear y…) sin una intención ideológicamente envenenada de base.
He dicho.
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