En variadas ocasiones he afirmado en esta bitácora que el mejor escritor español que aún respira es Fernando Sánchez Dragó. Como lo cortés no quita (ni deja con el fin de arremeterle un buen sopapo) lo valiente, diré ahora que no se puede ser más tonto en el mundo que el crack, Dragó. Y eso que <<hay más tontos que esquinas>> (Herrera dixit). Escribo esto a colación de la columna de tan ilustre incorrecto o <<inmoralista>> o terrible chico de la pluma crispada y un punto ególatra publicada en <<gaceta.es>> con fecha 8 de marzo de 2022 (véase aquí).
Últimamente Fernandito, el terrible, se ha caracterizado por apoyar con verdadero fervor de salvapatrias a Vladímir Putin. Pero, ¡tate!, después de lo que aquel denomina <<monumental zapatiesta bicéfala>> (para los no iniciados en <<dragoniano>>: la guerra en Ucrania) no llama niño bonito al ruso.
–Quita, quita, no sea que me caigan chuzos de punta del cielo de lo políticamente correcto o de las gentes con casposa ética: mis congéneres.
La cagalera de Dragó respondería a un planteamiento sencillo. Este: cómo defender lo indefendible sin perder un ápice de la aureola de chico terrible que tanto le gusta siempre colocarse a modo de corona de espinas tras el cogote humeante y algo escacharrado por tanta pirueta verbal. No se entiende que a estas alturas la caca le llegue a los talones a tan airoso caballero…
Quién te ha avisto, Fernandito, y quién te ve. Tu amiguito Putin está pasándose por el forro lo que los demás (¡ay, qué pupita hacen en Twiter, por Buda!) puedan decir de él. El psicópata no conoce el miedo. Tú, por suerte para ti y los tuyos, sí. No vale echar la culpa de tu soberano canguelo al populacho que te fríe el lomo a estocadas cada vez que sueltas una burrada de <<tertuliasno>>, como tú dices, en platós virtuales o reales. Tienes, ya, menos credibilidad que un cheque firmado por Bárcenas.
Sigue, Fernandito, escribiendo eso que no se puede decir. Yo, lector voraz, lo leeré siempre y escribiré (y diré) cuanto me plazca sobre ello y sobre lo de más allá aquí y en Pekín. Pero, crack, hazme el favor: no seas tan <<cagoncito>>…
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