LO QUE SE ES SE ES. ¡Y PUNTO!
Unas breves líneas de una de las cartas que Juan Ramón dirigió a Sara Durán, de Ortiz Basaldo (y con este post doy por concluida la serie <<cartas juanramonianas>>), me han procurado una emoción indescriptible con base en la más absoluta y complaciente identificación personal con el poeta. ¡No podía ser de otra manera! Juan Ramón, como un servidor de nadie, carecería (¡por todos los dioses!) de ideología política. Y, como es de absoluto recibo, lo manifestaba a las claras. Abro paréntesis. Sandra Palo sabrá de lo que hablo. Cierro paréntesis. Esa confirmación del ser más profundo del poeta me ha llenado de orgullo (pero de un orgullo bueno). Entérense los señorones de las tertulias y de los estrados del poder mediático (periodistas en general): Quien carece de ideología política no es un babieca ni un trasnochado ni un hipócrita de salón. ¡Nada más, no ya “lejos de”, sino “extraviado en” la realidad! Ese, sencillamente, es un libre pensador (o mejor: un pensador libre. Es decir: no sometido a la servidumbre que imponen quienes discursean, a veces, desde la completa ignorancia (vale. O incompleta) o desde la pura inquina; otra veces, desde la convicción, en cuyo caso podría hasta llegar a compadecerme de ellos; no siempre). Este pensador libre o libre pensador no se ovilla en siglas, escudos, himnos o banderas. No, no. Este pensador libre o libre pensador baga a sus anchas por parajes desérticos que en algún punto de su reseco piso albergan un oasis: el de la lógica y el sentido común; el del Humanismo. ¿A qué tanto mirarse el ombligo Derechas e Izquierdas? Nunca me ha interesado esa intelectualidad mediatizada por los colores partidistas.
Las líneas de la carta arriba mentada son estas:
<<Yo no pertenezco a ningún “partido político”, no soy comunista, nazista, fascista, monárquico, republicano, socialista, etc. Y nunca he aceptado cargo alguno con la república ni con la monarquía española, ni he cobrado un solo céntimo, en ningún concepto, de su erario público>>.
La carta está fechada el 22 de junio de 1948. Ojo al dato: ¡1948!
Toques de atención. Uno: a los <<politiquillos>>. España es un país donde estos abundan (muchos escritores de renombre lo son, por ejemplo, Fernando Sánchez Dragó. Y yo que creía que Fernandito era anarquista… ¡Bah! El ilustre escritor, creo, <<miente más que escribe>>). Y dos: a los <<funcionarios>>. Ídem. ¿Me convertiré yo, algún día, en uno de ellos? Ya lo soy, no <<de carrera>>.
(<<Que cada perrito se lama su rabito…>>).
¡Bravo, Juan Ramón! A honestidad y valentía no te ganaba (ni te ganará) nadie.
Y, ¡¿quién ha dicho que la poesía debe ser comprometida?! Segundo ¡bah!
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