Cuanto más leo Diarios de Zenobia Camprubí más me percato de la enormidad de esta mujer. De su nobleza de espíritu. De su paciencia a prueba de chantajes emocionales. Lo he enunciado varias veces en esta bitácora: no debía ser nada fácil convivir con Juan Ramón Jiménez. Convivencia atiborrada de desatinos, manías, neurótica hipersensibilidad sería la vivida con el <<Andaluz Universal>>. Conste que JRJ, para moi, es el mejor poeta de la historia de la literatura universal. Insisto: ¡conste! <<Lo cortés no quita lo valiente>>. Churras y merinas van por separado. Aguantar semejante cúmulo de impertinencias…
Cuenta Zenobia en una de las entradas de su diario que el hecho de pasear en coche descapotado (el coche y la cabeza del poeta, entiéndase bien: JRJ era, literalmente, <<calvo>>) resultaba suficiente para que el poeta agarrara un constipado de los de no te menees que dejaría en suspenso la vida social del matrimonio por una buena cuota de días. ¿Quién soporta algo así? ¿Quién no manda <<a por espárragos>> a alguien tan <<especialito>>? Yo no sé. Zenobia (digo yo) estaría hecha de otra pasta. Dicen (ella dice) que era amor. Vale. El amor de la época (conjeturo) sería diferente del actual. De otro modo no se entiende tanta abnegación… A colación de esto: ¿Va el amor en consonancia con los tiempos que corren? ¿O el amor siempre es pintiparado independientemente del calendario? Yo no sé. Anota Zenobia en su diario (1. Cuba, 1937-1939) lo que sigue:
<<16 de noviembre. Martes [1937].
Ayer por la noche, J.R. y yo tuvimos una pelea. Comenzó con una de sus ideas absurdas, que fue la gota que derramó el vaso, así que me dio una de mis grandes “cóleras”, llena de justa indignación, y le dije que me iba a Nueva York a visitar a mi familia indefinidamente. He descubierto que estos arrebatos acumulados lentamente son completamente inútiles en lo que a mis decisiones se refiere, porque le tengo demasiado cariño para llevar a cabo un solo plan, no importa lo decidida que esté. Al final me doy cuneta antes de la partida de que no voy a disfrutar de nada pensando en J.R. y en el triste estado de ánimo en que lo ponen mis arrebatos de cólera. Sin embargo, tienen la ventaja de refrescar el ambiente por un momento, ya que J.R. es un espíritu completamente inconsciente>>.
Qué querría significar Z con eso de que JR era un <<espíritu completamente inconsciente>>. Arriesgaré una respuesta: que vivía a perpetuidad sin aprehender el estado del ser de ella. Esto, dicho así, suena duro. Si Zenobia lo creyó a pies juntillas debió sentirse muy damnificada por el hecho en sí. Yo no creo que lo dijese (que lo escribiese) convencida de ello. Probablemente la ira de esta gran mujer también se reflejara en sus dictámenes escritos, quizá, a vuelapluma. ¿Exagerará o atenuará, en esas, la realidad? A veces pienso en la posibilidad de la atenuación. ¿Chi lo sa? La extinción de la fuente (¡maldita sea!) es implacable.