miércoles, 31 de julio de 2024

453/ La expectativa

Nunca pensé que Gabriel García Márquez agasajara al mundo con una novela póstuma. Novela póstuma que muestra el extraordinario hacer del mejor Gabo. Me corrijo: del único posible (o sea: el mejor Gabo). Olvidemos, por un instante, <<Noticia de un secuestro>>. Sí..., olvidémoslo. La literatura del de Aracataca, a día de hoy, no ha sido siquiera igualada. Ojo: he dicho <<igualada>>. No hay, pues, tutía para el resto de escritores. Desde la primera línea (<<Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde>>) hasta la última (no la desvelaré aquí, a la espera de que llegue el mágico momento de leerla, por una expectativa personalísima e ideal) el lector percibe una narrativa esplendorosa incursionándose por su universo mental con apariencia de éxtasis sólido. Apoteosis total.

     Tampoco, por cierto, pensé nunca que Gabo pudiese desechar <<arbitrariamente>> obra semejante. Alabo, pues, la decisión de la familia del Nobel colombiano: publicar <<En agosto nos vemos>> sin demasiados escrúpulos (a juzgar por la letra impresa del prólogo; firmado, éste, por Rodrigo y Gonzalo García Barcha: hijos del escritor). La alabo como lector. Punto. Gabo tendría razones para desecharla. Las implicaciones éticas de la decisión final de publicarla sería materia para otro post. ¿Se tendría que haber respetado el parecer, al parecer, firme de Gabo? Creo que sí. Ya en el prólogo se apuntan algunas ideas al respecto: <<(…) No está tan pulido como lo están sus más grandes libros. Tiene algunos baches y pequeñas contradicciones, pero nada que impida gozar de lo más sobresaliente de la obra de Gabo: su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano y su cariño por sus vivencias y sus desventuras, sobre todo en el amor. El amor, posiblemente el tema principal de toda su obra>> (op. cit., Random House. Barcelona, 2024. Pág., 8).

     Así, creo, no es. Refiero considerar el amor tema principal de la obra del cataquero. Pregunto: ¿Qué se hizo de la soledad? Y, ¿qué se hizo del destino-carácter, del carácter-destino? Lo demás apuntado (el pulido deficiente, las contradicciones, los baches) iré indagándolo a medida que vaya desenredando la novela en mi caletre. El lenguaje lo juzgo tan pulcro (tan acariciado; no manoseado) como el que exhibe el resto de sus libros. Las contradicciones..., veremos. Los baches..., veremos.  

     La obra literaria no es inobjetable. La técnica puede chafarla en cualquier punto. Los correctores de pruebas deben poder saciar el hambre milenaria que padecen. Solo el autor sabe lo que nadie puede siquiera llegar a intuir: la verdad implícita en la verdad explícita de la obra. No es algo baladí: Gabo falleció el 14. Aunque el lector se deje engatusar por el fino papel brillante que envuelve el regalo (el libro) lo verdaderamente importante es lo que existe bajo esa fina capa de oropel (esto para algunos; para mí, no. Yo soy formalista. Yo me dejo engatusar, de mil amores, por el oropel). En el caso que nos ocupa (hasta donde se me alcanza: las páginas que llevo leídas así lo atestiguan) se trata de <<pura esencia “garciamarquiana”>>. Qué depararán las próximas planas es un misterio.


     Continuará…

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