viernes, 17 de octubre de 2014

161/ Sépalo el mundo...

A mis amigos comunistas y a todo aquel que escribe versos. 

Un poeta fue encarcelado durante veintitrés años. Su nombre: Fernando Macarro Castillo. Alias Marcos Ana. Lo fue, encarcelado, por comunista. Nació en una aldea salmantina: Alconada. El año del feliz alumbramiento, 1920, un extraordinario cantor vino al mundo. Leo Poemas de la prisión y la vida de Fernando/Marcos y me deleito con la belleza que atesoran sus versos. Un botón de muestra es el poema titulado Voy soñando. Dice así: “Soñar, siempre soñar,/ con banderas y besos;/ la libertad y el aire/ soplando en mi cabello.// Campo y aire sin fin/ –oh luz–, sin otro cerco/ que el amor de unos brazos/ enlazando mi cuello.// Soñar, siempre soñar,/ con los ojos sin sueño,/ que soy un hombre vivo/ siendo tan solo un preso.// Hay árboles y un río/ fijos en mi recuerdo;/ una infancia salvaje,/ un dulce amor ingenuo,/ y dos nombres grabados/ en el chopo más viejo.// `El cielo aquella tarde/ era como un espejo./ El choperal tendía/ para el amor senderos./ Todo era luz, la gloria/ de mayo iba en mi pecho./ Un vilano de plata/ se enredó en sus cabellos./ Acudí tembloroso/ y con mis dedos trémulos…/ Sus ojos me invadieron/ de aroma y sol./ El viento inmóvil, nos miraba:/ fue aquel mi primer beso.´// Soñar, siempre soñar/ que vuelvo a todo aquello,/ lo que dejé y ya nunca/ encontraré al regreso.” El poema transliterado fue escrito en el presidio (junto al resto que conforma la obra). Lo enuncia el propio autor en una nota preliminar: “Estos poemas fueron escritos en una prisión, cuando la noche era más profunda, a la macilenta luz de un extraño candil, construido con un viejo tintero, un poco de alcohol que conseguía en la Enfermería y una mecha trenzada con la cinta de unas alpargatas. Esa luz podía apagarla de un solo soplo a la menor alarma”. Ruego por los poetas. Déjeseles hablar tranquilamente. Que canten libres y a su aire. A nadie asuste su compromiso. Suficiente tienen con lo que les ha tocado en suerte en la vida: escribir para no morir. Porque, sépalo el mundo, el poeta nunca calla.     

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