Texto: La esfinge. Autor: Edgar Allan Poe. Subrayo: pavoroso reinado del cólera. Nota 1ª: sugestión del protagonista. Sigo leyendo. Subrayo: la mortalidad fue en aumento. Nota 2ª: otra sugestión del protagonista. Sigo leyendo. Subrayo: El mismo aire del mar parecía impregnado de olor a muerte. Nota 3ª: esta idea, creo, se encastilla en un cuento de Gabriel García Márquez. Sigo leyendo. Subrayo: Mi anfitrión, de temperamento menos excitable (…). Y esto otro: (…) entendimiento acentuadamente filosófico (…). Nota 4ª: ¿por eso él no ve al monstruo, por su temperamento menos excitable? Sigo leyendo. Subrayo: (…) ciertos libros (…). Además de: (…) presagios (…). Nota 5ª: ¡otra sugestión del protagonista! ¿Cuántas van ya? Sigo leyendo. Subrayo: (…) presagio de mi muerte (…). Nota 6ª: el detonante de la superstición es el miedo. El detonante del miedo es el error de perspectiva. Sigo leyendo. Subrayo: Mi anfitrión, sin embargo, había recobrado en cierta medida su aire calmado y me preguntó sucintamente por la conformación del ser imaginario. Cuando le hube satisfecho por completo a este respecto, suspiró profundamente, como si se sintiera liberado de alguna carga intolerable y comenzó a charlar, con una calma que me pareció cruel, de varios puntos de filosofía especulativa que hasta aquel momento habían constituido tema de discusión entre nosotros. Recuerdo que insistió muy especialmente, entre otras cosas, en una idea. Decía que la principal fuente de error en todas las investigaciones humanas reside en el riesgo que corre el entendimiento al subestimar o sobrevalorar la importancia de un objeto, solo por la estimación errónea de su cercanía. Nota 7ª: la idea principal no es sino que el valor de un objeto dependerá de su cercanía o lejanía respecto del observador. Me sorprende que el protagonista aireé las bondades de un pensamiento refractario de toda sugestión y el suyo, en cambio, la padezca. Nota final: Poe no ha rayado a la altura. Profunda nostalgia de Ligeia y Berenice. Paso, pues, a otra cosa.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
martes, 18 de noviembre de 2014
166/ Un feliz hallazgo
Adriana Schlittler Kausch ha escrito: “Pasos hendidos. Duelos y augurios oscuros./ Plano cenital y las cabezas son manchas desfilando sobre el frío/ azote del invierno./ Armenia es ese tejido.// Ellos caminan mirándose las nucas. Plano y contraplano: en un/ lado del mundo los albaricoques se pudren./ Un país es más que sus huellas.// Era el tránsito, era la verdad tan profunda como las líneas de las/ manos. O el refugio donde la paz no descansa en el regazo./ Armenia es la mirada en punto de fuga.// Abril se despereza en las zanjas de los mapas. Muerte y enigmas./ Plano general./ Armenia son cuerpos encima de otros cuerpos.// Y allí brillan los campos. Se levanta la mañana y llueve en Ereván./ Una ciudad pare sonidos de campanas. Fundido a negro./ Yo nunca estuve en Armenia”. Significativo poema. Título: Armenia. Ubicación: Estación Poesía (nº 2). Lo he leído al par que escuchaba Adagio for Strings, Op. 1, atacado por Samuel Barber, Thomas Bowes y Joseph Swensen: ¡Wake up total! Mi gratitud, Adriana. PD: siento un gran regocijo interior cuando un poeta lírico (poetisa en este caso) sale, o aparenta salir, de la 1ª persona del singular para acogerse a la 2ª o a la 3ª del mismo tiempo o incluso a la 2ª o a la 3ª del plural. La voz y el talento pueden servir para algo más que una terapia íntimamente distintiva. El mundo requiere llamadas de atención. O: tirones de oreja. O: zamarreos espirituales. Tanto monta. En definitiva: un despertar generalizado. Juzgo toda poesía (¿también la lírica?) como algo que trasciende los fantasmas de su ejecutor. El poeta puede (ojo: no digo debe. Cada cual que escriba lo que se le antoje) atestiguarlo. Este poema-secuencia de Adriana ha puesto en órbita mis neuronas. Hay en él una belleza subrepticia. Sí. Pero su mensaje es más fuerte. Pero su mensaje cautiva más.
viernes, 14 de noviembre de 2014
165/ El escritor
Rastreando en la red me he dado de bruces con este poema de Fayad Jamís: "Con tantos palos que te dio la vida/ y aún sigues dándole a la vida sueños. Eres un loco que jamás se cansa/ de abrir ventanas y sembrar luceros./ Con tantos palos que te dio la noche,/ tanta crueldad, frío y tanto miedo./ Eres un loco de mirada triste/ que sólo sabe amar con todo el pecho,/ fabricar papalotes y poemas y otras patrañas/ que se lleva el viento./ Eres un simple hombre alucinado,/ entre calles, talleres y recuerdos./ Eres un pobre loco de esperanzas/ que siente cómo nace un mundo nuevo./ Con tantos palos que te dio la vida/ y no te cansas de decir `te quiero´". Evoco a mi maestro, GGM. También yo escribo para que me quieran (y para querer) más. Esto, sépase, significa ser escritor.
lunes, 10 de noviembre de 2014
164/ De la alquimia
Stanislas Klossowski de Rola escribe en Alquimia sobre el Ouroboros. Es éste un dragón que muerde su propia cola. El bicho es verdirojo. El verde simboliza la iniciación. El rojo, el objetivo de la Obra. El dragón viene a representar la naturaleza cíclica y eterna del universo. El volumen que manejo aduce un dibujo del bichejo. Se trata de una copia de Synosius ejecutada por Theodoros Pelecanos en 1478. Y se halla en la Bibliothèque Nationale de París con este apunte: Ms. grec. 2327, f.297. Es un dibujo feo. Pero nadie negará que la metáfora visual es acertadísima. Yo no sé si la comunidad científica la acepta o no de buen (o de mal) grado. ¿Es el universo eterno? ¿Es infinito? Lo primero que debe hacer el iniciado es buscar la Materia Prima o Sujeto de la Obra. Y, ¿a qué se asocia el nombre de esa Materia Prima o Sujeto de la Obra? Al signo (mi signo) zodiacal de Aries. Acabo de ver el dibujo correspondiente a esto último que enuncio. La cabra (todos los Aries somos cabras locas…) de cuernos retorcidos tiene inserta en su lomo lo que, a todas luces, parece una estrella de seis puntas. La misma de la cual sale una flecha que señala una cruz sobre un círculo en que, nuevamente inserta, aparece la susodicha estrella. La cabra está, sobre una base vaporosa como nube, suspendida del cielo. Al fondo se ve una iglesia o ermita o abadía. Hay un señor pertrechado con una armadura. Y Mercurio devorado por un lobo gris que simboliza el deber del sujeto de purificarse. Nota: hay que recordar que el antinomio purificaba el oro. Otros dos señores acompañan al de la armadura... ¿Purificarse en un universo eterno? ¿Un lobo gris? ¿Una cabra con los cuernos retorcidos? ¿Mercurio por los suelos? La alquimia es un mundo de complejas simbologías. Un mundo poético-onírico maravilloso. Merece la pena echarle un vistazo. Con los ojos, eso sí, del alma.
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