miércoles, 23 de septiembre de 2015

203/ Reflexiones quijotescas VII

SOBRE LA CAZA

Don Quijote de la Mancha. Segunda parte. Capítulo XXXIV. Edición de Francisco Rico.
     Curiosa aventura la de la caza de montería recogida en el mentado capítulo. El Caballero de los Leones, Sancho Panza y unos duques (marido y mujer) van, juntos, a cazar jabalíes. La aventura no consiste solo en esto. Pero más que ella me interesa lo que a cuento de la caza dice Sancho al duque. A saber: “(…) Yo no sé qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida (…)”. Y unas líneas más abajo: "(…) No querría yo que los príncipes y los reyes se pusiesen en semejantes peligros, a trueco de un gusto que parece que no le había de ser, pues consiste en matar a un animal que no ha cometido delito alguno”.
     Póngase “cuerno” donde "colmillo" y ya tenemos el asunto de los toros. Pregunto: ¿sería Sancho, hoy, anti-taurino? Anonadado estoy. El Quijote nos define mejor de lo que yo pensaba. Quijote somos y serán, conjeturo, todos los nacidos y por nacer en la piel de toro. O casi. Nos echamos tierra encima, nos la sacudimos, volvemos a echárnosla. Nos gusta la contradicción. Nos pirra el idealismo al par que el realismo. Nos encantan las trifulcas. Estén bien o mal enfocadas y estén bien o mal fundadas. Da lo mismo. Lo importante es enzarzarse en una disputa y llegar, llegado el caso, a las manitas. Precedidas éstas de un ramillete de insultos o de despropósitos hirientes y mordaces. España en estado puro.
     Repito la pregunta: ¿sería Sancho Panza, hoy, un insigne anti-taurino? Cierto es que sacrificar, por el placer de hacerlo, a un jabalí dista mucho de darle matarile a un morlaco. No media, en ello, arte alguno. Digo: en lo del jabalí. ¿O sí media? Legión son quienes consideran que el toreo no es un arte. Y lo contrario. Yo no sé. No soy taurino, ni anti-taurino, ni entendido en toros (aunque no me importaría entender). Pero viendo algunas faenas me he emocionado y creído estar delante de alegorías de la vida. ¿Significará esto que hay arte en el arte, supuesto, de torear? El martirio y agonía y muerte del “bicho” también me han acongojado. No soy animalista, no me gustan (por lo general) los animales, pero detesto que se les hiera.
     La respuesta que el duque da a Sancho no creo que satisfaga mucho ni a muchos. Es esta: “(…) Os engañáis, Sancho. (…) La caza es una imagen de la guerra: hay en ella estratagemas, astucias, insidias, para vencer (…) al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos (…)”.
     Y, rehusando abarcar lo de “un animal que no ha cometido delito alguno”, se queda el duque tan pancho y tan ancho sin convencer a Sancho. 
     ¿Sería don Quijote, hoy, taurino? ¿Lo sería Cervantes?
     Quien desee saber cómo acaba el diálogo, acuda raudo y veloz al capítulo aquí traído, léalo y saque sus propias conclusiones. Las mías no son claras. De hecho no sé si concluyo o no algo al respecto. Permítaseme, pues, que haga mutis por el foro. En mi derecho estoy. Yo creo. Y si no, es claro, me lo arrogo y santas Pascuas. Dixit           

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.