La narrativa de Umbral raya en lo (maravillosamente) obsceno. Memorias borbónicas ejemplifica lo que digo. Más allá de la página ochenta esa obscenidad empalaga. La novela aludida rezuma maestría en el uso de la hipérbole y del porno-erotismo; no de la magia. Hecho que dispensa a su autor el dudoso privilegio de desparecerse a Gabriel García Márquez. Éste exagera y ¿porno?-erotiza poéticamente; aquél, socialmente. Nada que ver.
Al leer las “Memorias” de Paco he pensado en los libros de Gabriel: lo social emborrona lo mágico. Si Márquez me fascina, Umbral me anonada. Quisiera escribir como el primero, ambientar mis novelas como el segundo, imaginar la vida como ambos y como ninguno acabarla: conocer el destino de alguien puede devenir suficiente para estar uno en paz consigo mismo. Ignoro si esto último es vituperable.