Cuenta Borges, a colación del expresionismo, una dicotomía humana en torno a la intelectualidad y lo sensitivo. Vosotros, poetas, advertid lo que dijo: <<El pensativo, el hombre intelectual, vive en la intimidad de los conceptos que son abstracción pura; el hombre sensitivo, el carnal, en la contigüidad del mundo externo. Ambas trazas de gente pueden recabar en las letras levantada eminencia, pero por caminos desemejantes. El pensativo, al metaforizar, dilucidará el mundo externo mediante las ideas incorpóreas que para él son lo entrañal e inmediato. El sensual corporificará los conceptos>>.
Doy fe de que esto es así. Tal cual. He conocido a hombres pensantes y a hombres sensuales. Yo mismo fui lo último para, luego, ser pensante y quién sabe si no habré de volver al origen. Una cosa he podido experimentar en mi todavía corta vida: que uno no llega a ser lo que pretende sino el montante residual y antitético de su pretensión. Maravillosamente lo expresaría Alejandro Jodorowsky: <<¡Al ser se va por el no ser!>>. Acaso esto justifique mi literatura.
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