miércoles, 1 de enero de 2014

119/ "Nada humano..."

Leed lo que sigue: “El rostro falso debe ocultar lo que sabe el corazón falso” (William Shakespeare. Macbeth. Acto I, Escena VII); y: “(…) Las palabras dan un soplo demasiado frío al calor de los hechos” (op. cit. Acto II, Escena I). En ello juzgo la esencia de tan loable obra. Se diluyen con palabras la realidad y la culpa. Y la cara es el espejo del alma. La grandeza de Shakespeare no se agota fácilmente. Cualquier lector medio asimila en sus obras las enseñanzas de toda una vida.

     Cabe suponer que la fecha de parto de la tragedia fue 1606. 2014 rinde pleitesía al ingenio del inglés otorgándole actualidad. La condición humana no conoce de evoluciones ni de involuciones; es la que es; es la que siempre fue y será la que siempre ha sido. Al final de la tragedia el lector sabe que el destino le ha deparado un encontronazo consigo mismo. Yo he cerrado el libro con el corazón sosegado y la mente clara (<<Mente clara, corazón tierno…>>, dijo el Buda). Puede que otros (al leerlo) hayan claudicado ante su enormidad o pequeñez humana...

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