Ignoro dónde radica el arte de Borges. Si en la trabazón de ideas. Si en el barroco o neobarroco contenido. Si en la erudición. Si en el modo de puntuar anormalmente melódico. Si en todo ello a la vez y en nada en particular. Uno solo de sus párrafos re-presenta todos los párrafos; una sola de sus líneas, la totalidad de líneas. Acaso el verbo congregue la genialidad. Ejecutar por hacer. Prefigurar por adivinar. Sojuzgar por dominar. Redactar por escribir. Inquirir por examinar… Y el manejo del tiempo, no el literario o textual, sino el otro: el ideal o especulativo.
Una de sus tesis es: Todo escritor erige a sus predecesores. Kafka crea a Nathaniel Hawthorne (y no a la inversa). Francisco Ayala profiere sentido a Cervantes; Garci enunciaría: “¡Prodigioso!”; Borges lo pondera universal. El cosido de los párrafos no es menos lúcido: el hilo apenas se intuye y es como de araña: indestructible. Quien lee, al cabo, se percata y piensa: ¡Ah, por esto decía… (tal o cual cosa)! En Inquisiciones difiere del de Otras inquisiciones, no del de Ficciones o El Aleph. Asimismo se distingue del de El libro de arena o El informe de Brodie (más ponderado y eficaz. Menos delicioso). Él (distinto a todos los escritores de todas las épocas y creyente en que la lectura, y no el texto en sí, es la variable fundamental del conjunto “Literatura”) mudó de apoco el estilo. A lo primero, barroquísimo. A lo segundo, neo-barroquísimo. De ahí a lo sencillísimo no hay un trecho demasiado ostensible.
Declarar (en esta bitácora) la felicidad que me produce cualquier texto borgiano incurre en pleonasmo. Rehusaré, pues, hacerlo. En el transcurso de esta semana remataré mi lectura de Otras inquisiciones. Quizá recurra a imaginarla cíclica (interminable). ¿Cuántas veces (divago ahora) leería yo la obra así, cíclicamente, de alcanzar la vejez mis días?… La respuesta del bonaerense, me parece, no se haría esperar: <<Una sola vez>>. Toda lectura normalizada es “muchas” lecturas. Un texto enmarca diversos textos; como una novela diversos capítulos. Hay quien llama al prodigio: “Líneas interpretativas”. Agotar esas líneas interpretativas en una única lectura es, posiblemente (y esta vez sí: Que sirva de ejemplo), imposible.
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