EL INCONSCIENTE DEL LECTOR
Un ruido flota, alto y lejos, en el cielo de Madrid. <<¡De Madrid al cielo!>>. Un ruido que se asemeja al del viento enloquecido que arrolla con todo dejando a su paso una estela, inconmensurable, de destrucción y muerte. <<No, hombre, no; no se trata de destrucción y muerte sino de algo muy distinto: salvaguarda y libertad>>. El ruido es (sigue siendo, hoja tras hoja, ¡si será por calendarios!) atronador. No decae. No coge <<perla>>. No muestra, al oído fino del pueblo (también del populacho), vacíos.
Voces de admiración y jolgorio corroboran la emoción colectiva suscitada un día como hoy: 12 de octubre. Los niños están felices por la constatación del asueto académico y la previsión del juego ya, casi, inminente. No son ellos los únicos que juegan…
Entretanto, en un contexto puramente novelesco e histórico a la vez (mejor diré: verosímil), el narrador cruel de <<La noche de los tiempos>> (Seix Barral) de Antonio Muñoz Molina enuncia lo siguiente: <<De nuevo la siniestra charlotada española, (…), la interjección cuartelera y el cornetín de órdenes, los desfiles castrenses a ritmo de pasodoble, la mugre eterna de la fiesta nacional>> (op. cit. Barcelona, 2009. Pág., 618).
Tampoco, creo, conviene olvidar algo crucial: que la libertad de los pueblos hay que lucharla. Y esto alguien, quién lo duda, tiene que hacerlo sin temor a que llueva o ventee...
Como diría un personaje de ficción con voz atiplada y a todas luces inocente: <<Ni confirmo ni desmiento>>. Yo solo digo lo que digo y, de paso, lo que no digo quedará serigrafiado (conjeturo) en el inconsciente del lector. O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.