jueves, 8 de noviembre de 2012

34/ Trinitrotolueno

Don Rigoberto deflagra en sus Cuadernos como el trinitrotolueno. Huye de la colectivización como alma que llevase el diablo. De su desventura responsabiliza a la Verdad. Fabular le depara bienaventuranzas. Ídem leer y escribir. Lo funesto es que toda misantropía (libros, grabados y cuadros) acarrea padecimientos. Padece en su divagar el narrador. El poeta, en su torre de marfil. El pintor, en sus coloristas dicotomías. Y, asido al buril, el artesano. La tríada de creadores se opone a la burocracia gestora y racionalista. Inquiero: ¿Por qué escribimos? ¿Por qué grabamos? ¿Por qué pintamos? Vale enunciar: ¿Por qué soñamos? Y, ¿para qué?

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