¿Y qué decir ahora...?
…Todavía
más Idilios. ¡Habla Juan Ramón, dime,
dile y diles algunos versos representativos! Y habló el poeta: “Al encontrarte,
Amor, hallé el Idilio (…)// ¡Ay! ¡Ojos del Idilio/ claros, marinos, entre
tiernos tallos/ que colgaban de verde (para mí azul) aquellas trenzas (para mí guedejas
a su aire)/ de oro, sobre los finos hombros blancos!” Y qué digo, si puede
saberse, yo ahora. Inmerso estoy en una pesadilla: Ella me persigue noche y día y tarde y… ¿es que me dejo yo atrapar?
Pues sí. Me dejo. Demasiado se está alargando ya la agonía en carne, la mía,
propia. Aunque lo es, digo: la agonía, mental y solo mental. Lo juro. Pero de
pensamientos vive el escritor. ¿Y de palabras? No, no. Éstas se las acaba llevando
el viento. Más vive de su alma (la de las palabras). De su esencia (la del alma
de las palabras). De su contenido (el de la esencia del alma de las palabras).
Entonces oigo una voz…: ¿es que las palabras se las lleva el viento? Y otra…: un,
dos, tres… ¡Despierta! Nada: sigo embelesado en los brazos de Morfeo feo y
embrutecido por los dislates comunes de los sueños agónicos y alegóricos. Pero
qué diantre digo, digo yo ahora…
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