Lanzo una pregunta al éter: ¿Cabe una muerte feliz? Y otra: ¿Puede alguien prefigurar la suya (su propia muerte, su propia felicidad, digo)? Federico García Lorca lo hizo: previó su último aliento en el libro <<Poeta en Nueva York>>. Esto es sabido por todos. "No me encontrarán" (o algo así: cito de memoria), escribió el poeta. ¿Y Albert Camus? Camus falleció en accidente automovilístico el año 1960. Su primera novela lleva por título <<La muerte feliz>>. Entreveo, en ella, una especie de obsesiva repetición del "coche" como motivo narrativo subyacente a la idea para mí central de la obra: una muerte dichosa en el interior de una vida apesadumbrada. El protagonista, Patrice Mersault, lucha descarnadamente entre esas dos fuerzas (muerte, vida, o tanto monta: final y principio). Puede comprobarse esto que digo en los siguientes apuntes extraídos, sin piedad, de la novela mentada:
Uno: "Se oyó pasar un auto por delante de la puerta […]".
Dos: "Un coche daba una vuelta de campana […]".
Tres: "Le gusta conducir un coche, ¿verdad?".
Cuatro: "En la carretera que había enfrente los coches corrían como ratas relucientes. Uno dio un bocinazo prolongado y, cruzando el valle, el sonido hueco y lúgubre amplió aún más los espacios húmedos del mundo hasta que incluso su recuerdo se le convirtió a Mersault en un componente del silencio y del desvalimiento del cielo".
Cinco: "Por la carretera, los coches iban más despacio".
Seis: "[…] había perdido esa seguridad maravillosa que proporciona […] el volante de un coche".
Siete: "[…] entre […] el deslizamiento prolongado de los coches […] la muerte resulta dulzona e insistente […]".
Ocho: "Y eso sin contar […] con que tiene que pisar a fondo el acelerador".
Nueve: "[…] el auto de Marsault […]".
Diez: "[…] el ruido de animal feliz del motor […]".
Once: "[…] el ruido de la velocidad".
Doce: "[…] el coche salía a una carretera libre […]".
Trece: "[…] el auto a toda velocidad".
Catorce: "[…] soledad que […] encuentra en el coche".
Quince: "Mersault […] llegaba a Argel en coche".
Dieciséis: "Mersault, entre frenazo y frenazo, […] iba a mucha velocidad".
Diecisiete: "Cuando uno de ellos compraba un coche, elegía el más caro".
Dieciocho: "[…] había llegado a Argel en un […] Bugatti de carreras".
Diecinueve: "[…] les enseñó los coches […]".
<<Muerte feliz>>, o sea, vida en soledad que no es nada distinto de muerte en vida. Una muerte en vida, feliz para determinados caracteres (caso del protagonista), e infeliz para otros. Y, ¿quiénes son esos otros? Fácil: aquellos para quienes la felicidad no <<implica una elección y, dentro de esa elección, una voluntad organizada y lúcida>>; o bien, <<saber humillarse y ordenar el corazón al ritmo de los días, en vez de doblegar ese ritmo a la curva de nuestra esperanza>>. Todo ello resaltando la siguiente idea truculenta: que <<hace falta un mínimo de ausencia de inteligencia para alcanzar la perfección de una vida de felicidad>>. Esto también es, así quiero yo creerlo, sabido por todos.
Resignación.
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