Sabido es que muchos escritores imitan a otros escritores al comienzo de su carrera literaria. O al final de la misma. O durante su curso completo. Diría yo mejor: tratan de imitar. Pero diría yo también: hay quien escribe de forma tan similar al imitado que al lector le cuesta la vida diferenciar la copia del original. En literatura lo que no es tradición acaba siendo plagio. Yendo al fondo de la cuestión nos percatamos de que, por lo general, la similitud no es tanta como se previó en un principio. ¡Sólo faltaba! Dicho todo lo anterior: llevo dos semanas sin salir de mi asombro precisamente por esto de los parecidos estilístico-literarios. No mencionaré el nombre del autor causante de mi desvelo. Quiero (deseo) salvaguardar su intimidad. Sí, el modelo en que este parece inspirarse: Francisco Umbral. Gran pista para el lector curioso. Diré, por otra parte, que el cazador del <<umbralismo>> es periodista. Y diré algo más: pertenece a la micro-generación Xennials. Es, por lo demás, español. No diré dónde exactamente fue arrojado a la luz. Escribe artículos de opinión y no sé si novelas y cuentos (y no sé si poemas. Tengo entendido que sí) porque no he leído ni uno solo de sus libros. Lo que se me figura <<umbraliano>> son sus artículos. Inconfundibles todos ellos. Esto si con <<inconfundibles>> nos atenemos a lo que convertía en <<inconfundibles>> los pergeñados por Francisquillo Umbralillo. Él mismo, el <<imitador>>, ha confesado públicamente que uno de sus maestros es Umbral. Y cómo acuden a mi memoria sensitiva aquellos minutos de placentera lectura cuando Francisquillo publicaba en ABC sus columnas heterogéneas. Y cómo (subrayo ahora) me enojé con el correr del tiempo y de la vida por la oscuridad gratuita de una prosa en ocasiones vanguardista y (nadie se ofenda) hasta fea. ¡Acabó sacándome de quicio Francisquillo Umbralillo de los mil demonios! Yo no sé qué cambio operó en mí pero todo acaeció paulatinamente y no sin un suspiro de alivio por mi parte: ya empezaba a resultarme cargante tanto la prosa como la ética teatral de Francisquillo Umbralillo. Dejé sobrada constancia de ello aquí. A lo que iba: este escritor y periodista Xennials recuerda a Umbral pero sin el agravante de Umbral. Parece que lo que escribe (refiero sus artículos) llegan a ser medianamente inteligibles. Parece. Y un mínimo reflejo de moral convencional aflora en ellos. O eso creo. Es, incluso, más normativo (¡ojo al adjetivo!) que Umbral. Esto sin dubitación alguna. Yo me congratulo de ello. He leído cinco artículos de este autor y alguno más caerá en el fondo de mi conciencia. No puedo asegurar que no me hastíe. De un tiempo a esta parte todo lo reminiscente acaba irritándome.
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