¿Olvidarlo todo? ¿Recordarlo todo? ¿Ni lo uno ni lo otro?: ¿Olvido/recuerdo selectivo? Yo no sé. Uno lee desgracias <<ajenas>> y considera que pudieron ser desgracias <<propias>>. El azar, sólo, se interpuso entre la materialización de una y otra categoría: lo propio y lo ajeno. Uno lee según qué tipo de cosas y no puede evitar un fogonazo de certitud: <<Hoy ha sido ese. Mañana puedo ser yo>>. Uno lo piensa sin verdadero miedo. No hay lugar a miedo verdadero. Pero uno lo piensa, ¡claro!, instalado en la zozobra. Ahí Ucrania. No es lo mismo. Pero sí es lo mismo. Todo depende del cristal con que se refleje. Uno observa los muertos en las calles (uno está ya insensibilizado a base de heridas abiertas televisivamente) que muestran los Medios de Comunicación de Masas y piensa: no quiero <<recordar>> lo que pasó aquí. Pero uno no tiene más remedio que <<recordar>> lo que pasó aquí. Porque no hacerlo equivaldría (cosas del fuero interno…) a abrazar la inmoralidad loca. Y eso no. Y eso nunca. Y eso tal vez una, dos, tres veces. Pero eso nunca. Uno ve (a través de pantallas de azogue) el padecimiento humano y piensa: ese (o esa) y yo compartimos absolutamente todo: una base biológica, un genoma, una identidad. No puede ser. ¿El mundo habrá enloquecido? Y, en esas, uno apaga la caja tonta. La caja (más cajón) amargada. La caja (más ataúd con la tapa abierta) pesimista. Entonces uno lee. ¿Qué? Alegrías, esperanzas, oportunidades. Fe incluso. Y, de golpe y porrazo, uno se golpea la crisma con un texto de Zenobia Camprubí (<<Diario 1. Cuba, 1937-1939>>. Edición de Graciela Palau de Nemes. Pág., 150) que dice así:
<<20 de enero. Jueves
Nuestro primer despertar esta mañana fue de horror con las noticias en la prensa de que bombardearon la zona residencial de Barcelona y mataron a cientos de personas. J.R. dice que las tragedias griegas no son nada comparadas con la magnitud de las tragedias de actualidad: España-China. Millares afectados trágicamente en unos segundos. Eusebia Cosme le envió a J.R. dos boletos para su función de ayer, así que fue con Leonor Lavedan. Me encontré con todos los escritores y críticos en la puerta y Marquina se apareció de repente y tuvo el valor de decirme que había llamado hace tres días y que como yo estaba fuera no quiso molestar a J.R. A mi regreso me encontré a J.R. demacrado y me contó del bárbaro bombardeo a la zona residencial de Barcelona con 2.000 muertos y heridos, la mayoría mujeres y niños, y el mundo como si tal cosa>>.
Y uno, ahí, entiende el valor de la rebeldía.
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