miércoles, 25 de septiembre de 2013

85/ S. A. P.

Hay una convergencia sin glosar entre Vicente Huidobro y Juan Ramón Jiménez. Se fundamenta en el pequeño dios y en el nombre exacto de las cosas: la realidad infinita (e inédita) alienta y su mentor es el poeta. Al nombrarla, como un dios breve, la crea. Idea que sirve a J. R. J. para cribar los poemas de su Segunda Antología Poética. Ésta ve la luz en 1922. Hierve y los vanguardistas la olisquean: propenden a ella como la llama al oxígeno. El moguereño dejó escrito: “Creemos los nombres./ Derivarán los hombres./ Luego, derivarán las cosas./ Y solo quedará el mundo de los nombres,/ letra del amor de los hombres,/ del olor de las rosas./ Del amor y de las rosas/ no ha de quedar sino los nombres./ ¡Creemos los nombres!”. Yo agrego: ¡No nos baste con darles cuerpo y alma! ¡Aspiremos a sentirlos! ¿No se piensa, dicen, lo que se siente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.