jueves, 17 de abril de 2014

138/ Memoria lírica y confesa

A ti, Titania, doquiera que estés.

Durante años guardé para mí lo que JRJ no solo no guardó sino que aireó en su Tercera Antología Poética para uso y disfrute de sus lectores. O de quienes tuviesen el feliz albur de recalar en la costa de aquellas páginas de la recopilación de poemas a que acabo de aludir más arriba sin constituirse, por ello, más que en "hojeadores" de paso de la misma. Se trata de dos (¡y qué dos!) de estos poemillas… Oberón habla, en el primero de ellos, a Titania y dice así: “Mar en calma, la noche plateada/ se ofrece inmensa a mi amargura;/ ruta total de puro azul/ para ultraocasos solos de ventura última.// ¡Si a ti yo llegara,/ nadando en esta despejada luna!” El subrayado es mío: azul por ser azul mi desdicha... En el segundo es la voz de Oberón, quejumbrosa y vagabunda, la única que se oye. Ésta enuncia lo que sigue: “No te he tenido más en mí,/ que el río tiene al árbol de la orilla;/ yo, pasando, me estaba siempre en tu alma;/ tú, estando en mi alma siempre, nunca te venías…/ Bastaba un cielo vago, un pobre viento,/ para que desaparecieras de mi vida”. Sendas composiciones, que yo leí y releí en la Tercera, hoy las leo y releo en Idilios. Fueron las que más me deleitaron de aquélla. Son las que más me placen de éste. Las ojeaba y cursaba con mis ojos como si de dos bellas flores silvestres se tratase, tanto olor lírico expelían…, y tanto dictaban el color de mi propio sentimiento suscitado por Ella siempre. A nadie los leí. Jamás los recité a nadie. Se dio la circunstancia que no quise compartirlos. JRJ los cantó con mi corazón sin sordina cuando por él fueron concebidos y puestos, luego, en negro sobre sepia. Nunca se lo dije a LPR (la Ella de entonces, y de…) y nunca los olvidé del todo. ¡Si a ti yo llegara, nadando en esta despejada luna! (dixit JRJ). No sé él. Pero yo llegué a LPR. Algo acaeció en la Asturias costera... ¿Fue en Cudillero…? Un plenilunio septembrino y una cabina de teléfono... La voz de Ella…El mar en calma y la noche plateadaAmargura por no tenerla allí, conmigo... Los dos versos más elocuentes de lo que por aquel tiempo borbotaba en mi interior en forma de pensamientos y de sentimientos, son (ya se apuntaron) estos: (…) yo, pasando, me estaba siempre en tu alma;/ tú, estando en mi alma siempre, nunca te venías… Ella se esfumó de mi vida y a mí ello (o aquello) me rentó la malandanza de tener que ver las hojas de los árboles del amor esparcidas, por un pobre viento, sobre mi alma pobre… ¡Delírium trémens!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.