miércoles, 9 de abril de 2014

134/ Autodefinición

Quiero hacer mías estas palabras que exhuman (¿todas…?) una filosofía de vida monástica o meta-monástica. No en vano hablan de un priorato (el de los independientes) que se ubica dentro de otro priorato (el de los aislados) que se ubica dentro del monasterio de la orden de los felices… ¡Y hasta aquí el esparcimiento de muñecas chinas! Ahora, los términos a que aludo: <<Nací raro, nací esquivo, nací silencioso, individualista, insociable y solitario. Mis parientes me lo reprochaban. Mis profesores y mis condiscípulos, también. Nadie parecía entender mi irrefrenable tendencia a huir del grupo, a preferir la lectura a la conversación, a jugar a solas, a sentirme intensamente feliz cuando no había nadie en mis alrededores ni en los alrededores de mis alrededores>> (Fernando Sánchez Dragó. Sentado alegre en la popa. Planeta. Barcelona, 2004. P., 248.). He dicho que anhelo hacer mías las palabras arriba transcritas. No he dicho que éstas respondan en su totalidad hoy, y en lo que a mí respecta, a verdad. Donde dice <<mis profesores y mis condiscípulos, también>>, no habría de aparecer nada. Y donde <<nadie>>, habría que decir: <<había quien no…>>. Sí resultan, en lo tocante al resto, del todo ajustadas (a mí). Qué le voy a hacer: nací chicharra y moriré cantando. O gallo ¡vaya!, y cacareando la espicharé. Pero no, en modo alguno, borrego y en consecuencia no me iré de este inmundo mundo así balando: <<Bee>>. O eso espero. Que Krishnamurti, por si acaso, se apiade de mí.

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