Juzgo
Historia universal de la infamia obra
menor de Borges. Un compendio de nueve narraciones exiguas pertenecientes a la
primera época del bonaerense. Un garbeo por el estilo barroco sin demasiada
enjundia literaria que resaltar. El propio autor, refiriéndose al libro en lid,
lo enuncia en el prólogo a la edición de 1954: “Patíbulos y piratas lo pueblan
y la palabra infamia aturde en el título, pero bajo los tumultos no hay nada”.
Me pregunto: ¿por qué acometer su lectura entonces? La respuesta válida es:
porque constituye un ejemplo de cómo Borges logra extraer belleza universal de la particular maldad humana. O cómo del odio deriva la heroicidad. Y de
la heroicidad el terror. Y del terror la perspicacia. Y de la perspicacia la
aventura. Y de la aventura la sangre que se derrama y hiede. Y de la sangre que
se derrama y hiede el renombre. Y del renombre, otra vez, el odio. Y del odio la
religiosidad (no al contrario). Y de la religiosidad la superstición (no al
revés). Y de la superstición la imaginación (nunca a la inversa). Justicia es
afirmar que la imaginación tergiversadora de lo real informa toda la obra. La
provee de sustancia. La aúpa al pedestal de la grandiosa (más gran Diosa) literatura.
La ennoblece en suma. Solo por eso habría que enfrentar su lectura. Y porque
(dicho en sentido positivo) de aquellos polvos vienen estos lodos: toda la ulterior producción literaria de JLB. La cual no es trivial. Ni tampoco fútil.
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