Vayan, aquí, unas sabias palabras. No puedo estar más de acuerdo con ellas. Portadoras de paz y de felicidad son. También generan autoconfianza. Y, por supuesto, realismo en cantidades industriales. Reza una sentencia búdica: Respira, sonríe y ve despacio.
Pues eso.
Las transcribo, no sin antes especificar el nombre propio de quien las ideó y la obra donde el mismo sujeto las encastilló: Alistair Shearer y Buda: mitos, dioses, misterios (Debate. Madrid, 1993), respectivamente.
Son las que siguen:
“De una forma o de otra, la vida nunca es como a nosotros nos gustaría que fuera. A pesar de todos nuestros esfuerzos, parece haber algo en la misma naturaleza de las cosas que frustra nuestro deseo de que todo vaya (…) `bien´. Esta incorregible perversidad de la vida es una de las ideas (…) capitales del budismo. La palabra pali con que se designa es dukkha, un concepto que no tiene fácil equivalente en castellano. [Suele traducirse] por `dolor´ o `sufrimiento´, [pero] dukkha implica también [`inconstancia´], `insatisfacción´ e `imperfección´. La traducción de este término por `sufrimiento´ ha provocado el concepto erróneo de que la perspectiva de la vida desde el budismo es (…) pesimista y que [éste] la considera un trámite doloroso y lleno de miserias. De hecho, en su análisis de las penurias humanas, el budismo adopta una postura de calmado realismo, mientras que en su visión de las posibilidades de la consciencia humana es de un optimismo glorioso. Si bien es indudable que en las escrituras del Theravada se percibe un tono de cierta sobriedad, esto no se debe a un inherente pesimismo, sino al hecho de que los theravadenses vivían en comunidades monásticas imbuidas del inquebrantable deseo de alcanzar la Iluminación, que implica el rechazo tajante a cualquier forma de evasión de las verdades incómodas y a todo falso consuelo. El mismo Buda no fue, bajo ningún concepto, desgraciado; uno de los epítetos que frecuentemente se le aplicaban era [el de] `sonriente´, y en los textos a menudo se alude a su paz imperturbable, cuyo origen no es la indiferencia sino el entendimiento. Las representaciones pictóricas y escultóricas del Shakyamuni invariablemente presentan un semblante sereno y radiante, desprovisto de cualquier sombra de melancolía. Además, la impresión que causan muchas culturas e individuos que practican la vía budista es la de un gran gozo y una elevada espiritualidad humana, que se originan al verse liberados del peso de las doctrinas basadas en el pecado y la culpa”.
¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.