El teatro me subyuga. Afanosamente descifro cada obra. Hoy: La gaviota de Chéjov. De impecables y certeros diálogos adolece. Es compleja y es maestra. Aborda un notable abanico de temas. Yo no sé si Antón P. Chéjov frecuentó a Ortega y Gasset. El Hombre Masa orteguiano está presente en sus páginas. Sale airoso. Matizaré ahora: no es vilipendiado.
Perece quien camina en sentido adverso a la Masa. Y quien ama. Y el pesimista…
Chéjov gustaba del conflicto habido entre optimismo y pesimismo. Álvaro del Amo lo consigna en el exordio. Para el dramaturgo de Tanganrog “vivir sería luchar contra la desesperación”.
En La gaviota se airea una trifulca entre pasado y porvenir. De la renovación del arte se ocupa. Del amor pasional y destructivo se departe. Y de neurastenia. Y de sentimientos incisivos. Y de crisis de valores burgueses. Y de melancolía intelectiva… Todo inmerso en una atmósfera grupal.
Iván Turguenev constituiría el antecedente directo de Chéjov; el consecuente, Máximo Gorki
Esta gaviota, la de Chéjov, no se equivocaba…
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