martes, 18 de diciembre de 2012

46/ Bella carroñera

El teatro me subyuga. Afanosamente descifro cada obra. Hoy: La gaviota de Chéjov. De impecables y certeros diálogos adolece. Es compleja y maestra. Aborda un notable abanico de temas. Yo no sé si Antón P. Chéjov frecuentó a Ortega y Gasset. El Hombre Masa orteguiano radica en sus páginas. Sale airoso. Matizaré: No es vilipendiado. Perecería quien camina en sentido adverso a la Masa. Y quien ama. Y el pesimista. Chéjov gustaba del conflicto entre optimismo y pesimismo. Álvaro del Amo lo consigna en el exordio: Para el dramaturgo de Tanganrog “vivir sería luchar contra la desesperación”. En La gaviota se airea una trifulca entre pasado y porvenir. De la renovación del arte se ocupa. Del amor pasional y destructivo se departe. De neurastenia. De sentimientos incisivos. De crisis de valores burgueses. De melancolía intelectiva. Todo inmerso en una atmósfera grupal. Iván Turguenev constituiría el antecedente directo. Consecuente, Máximo Gorki.

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