viernes, 31 de agosto de 2012

19/ Ella

Preguntan quién es <<Ella>>. Todos lo hacen (preguntar: <<Pero, ¿quién es?>>). Se les antoja propulsora de esta bitácora. Yo sé quién fue: Beatriz, Leonor, Filomena… Es El pájaro en la rama, un pasaje de El amor en los tiempos del cólera, una fabulación de Ficciones… Será (conjeturo) de sol, de luna, de agua. 

     Preguntan quién es <<Ella>>. Tal sustancia no se indaga. Exhumarla resultaría (para Ella) importuno. E ídem para mí.

     Quedará Ella, así, oculta en mí. En mí, que no apuesto un ápice por mí mismo, por ser boquirroto (de tecla fácil. Arriesgaré, ahora, el engendro verbal de rigor: <<Teclirroto>>. Pues eso que decía: por ser teclirroto). No sucumbiré al deseo de desvelar su verdadero nombre. 

     <<Ella>> es ella; sin más.

     Pero, con todo, no es poco. Dado que trasciende lo monolítico para abrazar lo articulado. El término <<Ella>> (con mayúscula inicial) la articula, proveyéndola de vida, insuflándole corazón… Y es sabido que <<quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca>> (Popol Vuh dixi).

     No erro, pues, llamándola de esta guisa: <<Ella>>. Los demás, quizá, erran presuponiéndola esto o aquello sin todavía conocerla (ni de vista ni de mentas). Un disparate todo. 

     ¡Todo!

18/ Intertextualidad

Un río, un amor (Cernuda). Topo (según Derek Harris) con una probable y verosímil intertextualidad. El primigenio autor: Vicente Risco. Su composición: O poema do mar (revista <<Alfar>>, núm. 26, febrero de 1923. Pág., 11). La de Cernuda: No intentemos el amor nunca (op. Cátedra. Pág., 68). Harris no especifica una miaja; sólo la ubicación, transcrita arriba, de ambos textos. Fantaseo con que el caso no exhibe perfil de plagio. La literatura cursa tales frivolidades desde cuando existe la ley del feedback. Leer a lectores de lectores de lectores resulta pragmático…

     Plagiar no es reciclar, ni reutilizar, sino copiar. Quienes lo hacen incurren en delito. Acaso duplicar poesía devenga absurdo. Concebir versos requiere “experimentarlos” con previsión en vez de “vislumbrarlos” arbitrariamente. A qué diantres, entonces, calcar una experiencia ajena. Repito: omnímodamente absurdo.

jueves, 30 de agosto de 2012

17/ Doméstica literatura

Me han remitido una carta caligrafiada con pulso cimbreante y delator. Omnímodamente rendidos a la escritura los márgenes del papel; por el torso y por el dorso. Su extensión no deviene excesiva ni recaba ingeniosidades. Adolece de su justo término, de amistad, de afecto. Erigirme en receptor de la misma me ha regocijado; no solo por el remitente. Haberla redactado desempolva una práctica de raigambre humanista diferente de la de teclear lívidos correos electrónicos. 

     La carta se presta a ser olida, palpada, engurruñada; inclusive, <<guarecida en la faltriquera>>. Más honesta que la moneda corriente deviene. Emociones y pensamientos fugazmente transferibles vehicula. Pertenece a quien la redacta y a quien la descifra. Podría adquirir rango de Patrimonio de la Humanidad. 

     Saramago punteó el centro del asunto cuando explicitó: <<Un e-mail no se emborrona>>. 

     Pregunto: ¿Y una carta?

     Una carta no sólo se emborrona. Una carta, además de eso, tiene alma. <<Carta viva>> podría ser el título de un poemario (en alusión a aquel Soneto vivo de Carlos Edmundo de Ory). Una carta, señoras y señores, fotografía el carácter (la personalidad) del autor a través de la caligrafía exhibida en ella (que si letras picudas, que si espacios minúsculos entre caracteres, que si <<renglones torcidos>>…).

     El e-mail nació sin alma (aunque goce de popularidad a raudales). Vaticino, ay, que morirá más pronto que tarde…

martes, 28 de agosto de 2012

16/ Con red

Me chapuzo en Un río, un amor (Cernuda). El poemario exhuma a Juan Ramón, a Alberti, a Lorca. 

     Un arquetipo: el cuerpo vacío. Fue musicado en perfectos alejandrinos blancos. Sus acordes resultan magnificentes. Sobresale la matemática versal. Luis interpela a André Breton y a Philippe Soupault; profiriéndoles, apostillo yo, mil vueltas. Su automatismo psíquico no era puro en demasía. Él jugaba con red.

     Red tejida a base de sentido y corrección lingüísticos. Atributos, ambos, desconocidos por Breton y yo no sé si por Soupault. 

     Lo cierto es que Luis no parece adherido al Surrealismo en según qué pasajes líricos de Un río, un amor. El sevillano, conjeturo, era demasiado <<eminente>> como para coquetear con la estulticia sin salir magullado…

viernes, 24 de agosto de 2012

15/ Ay, España

Un lamento: el de Rafael Alberti en Entre el clavel y la espada. Por los caídos en la Guerra Civil. 

     La poesía sensitiva no suele incursionarse en tales desbarajustes humanos. Su cometido no es conmover sino deleitar. Tu desgarro, Rafael, copa sendos puestos. Conmueve, por cuanto la guerra a todos muerde. Deleita, por cuanto el octosílabo amarras con donaire. 

     Parafraseándote: la lengua nos duele y sabe a muerto. A desenterrado. 

     Pregunto: ¿Y Federico?

     Federico compendió que lo habían asesinado. <<Comprendí que me habían asesinado/ Recorrieron los cafés y los cementerios/ y las iglesias,/ abrieron los toneles y los armarios,/ destrozaron tres esqueletos para arrancar/ sus dientes de oro./ Ya no me encontraron./ ¿No me encontraron?/ No. No me encontraron>> (Federico García Lorca. Fábula y rueda de los tres amigos).

     Colijo: conmoción (sin deleite).

jueves, 23 de agosto de 2012

14/ Una pifia

Cualquier honesta batalla contra una octogenaria no deshonra a quien la libra; ésta, institucional, sí. 

     El hecho ha acontecido en Borja (Zaragoza). A resultas de una restauración de arte fallida. ¿Víctima? El eccehomo expuesto en la iglesia de la citada villa. ¿Victimaria? Cecilia Jiménez. 

     Rectas intenciones concurrían en ella. Nadie la auxilió. Sus adminículos de rejuvenecimiento pictórico borraron la faz al Cristo Homo. La escena no engrosaba ningún catálogo…; permanecía, por dejadez (y no sé si por incuria) política, desamparada a la buena de Buda… 

     Se me antoja, por ello, réproba la machada contra la artífice de la pifia. Réproba y cruel.

miércoles, 22 de agosto de 2012

13/ Cripticismo formal

En el cuadro La muchedumbre de lo virtual (Jean Dubuffet, 1963) habitan colores tamizados en luz. Todo se funda a fuer de Tiempo… Hay formas en sí mismas inútiles; a trechos hermosas. El brío argumental queda en suspenso. La luz cae por entre una que otra fracción. El infinito es usualmente repudiado por la matemática. Aquí, numérica certitud emerge…

     La adjetivación (<<virtual>>) emana futuro. La sustantivación (<<muchedumbre>>) parcela el aquí y ahora. A primer vistazo, yo no sé…: orgía lumínica. Revoltijo de calcetines. Trozos chillidinos de plástico. Cascos de motocicleta. Almas de puzzle. Trastes de guitarra. Un arpa. Un yunque. Atuendo interior a retortero. Una gafa. Bufandas. Una capucha monjil. Cebra al corte. Fabulaciones. Sangre. Esperanza. Libertad a posteriori. Nefasta conciencia. Zozobra jovial.

     He dicho: nefasta conciencia. 

     Repudio esta heterodoxia.

     El arte abstracto con ínfulas de figurativo no deja de estar constituido por figuras abstractas. Es un hecho. <<Paledonia>> fantástica la de Dubuffet. Y pensar que la fabricó con sus propias manos… 

     La <<paledonia>>, amigos, es obra de Dios.

martes, 21 de agosto de 2012

12/ C: B

Todo A es B. C es A. Luego C es B. Que todos somos el Otro, y todo, no requiere mayor elucidación. Empatía y conciencia nos habilitan para serlo. 

     Pregunto: ¿Por qué no aceptamos nuestra propia muerte? Y, ¿por qué la ajena, sí? Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Luego Sócrates es mortal. Dolorosa certitud. 

     Yo no anhelo que la Pálida Dama me bese. Nunca cavilo mi óbito… Creo, tal G.G.M., que nada más fenece quien se aleja de los amigos. En Doce cuentos peregrinos da cuenta de ello el Nobel colombiano. Juzgo la mentada práctica (no alejarse de los amigos), en buena liza, asepsia contra el terror. O lanzadera a la libertad. 

     Infiero: hay que avecindarse a la muerte; sólo avecindársele; no abrazarla a deshora. De hacerlo caeríamos en despropósito. Es sabido que la libertad adolece de precio. Verbigracia: estar a las duras y a las maduras, alegrarse con los éxitos del otro, ser su confidente… Abonémoslo y a continuar en la brecha. 

     La amistad se vende cara (mucho). No merece la pena ponerla en riesgo por pavadas insustanciales; perdón: por remilgos intelectuales, quería decir. 

     Pues eso.

lunes, 20 de agosto de 2012

11/ Disimilitud lírica

Sé y lamento la heterogeneidad de la obra del bardo Rafael. Entre el clavel y la espada atesora un doble signo: Amor y pacto. Adolece de ambigüedad y de pluralidad significativa. Bellezas plásticas jalonan estas composiciones. Y la canción popular. Y la Guerra (in)Civil. Y el exilio… Hay un trasfondo humanitario ajustado a contenido: se deja leer a ratos; a ratos deviene sublime. 

     Sé y lamento la homogeneidad de la obra inverosímil del bardo Rafael. Marinero en tierra enarboló luminarias que encandilaron mis ojos…

     Concluyo: comparar obras de un mismo autor es equivocado. Máxime, cuando uno de los términos de la comparación deviene <<obra maestra>>. Injusto, ello, a todas luces. A todas luces innecesario. Lo sabe el autor; el lector, lo ignora. El lector, en su inopia deliberada, no para mientes en en ese ítem ético. Es ésta la fatalidad del bardo Rafael.

viernes, 17 de agosto de 2012

10/ Literatura austrohúngara

Evoco Mendel, el de los libros. También, Yo, otro. ¿Artífices? Stefan Zweig e Imre Kertész respectivamente. El primer rasgón rentó un regusto acibarado a mi paladar psíquico. E imágenes certeras: Mendel caminando por las arterias de Viena. O afianzado al tablero del café Gluck. O recluido en un campo de exterminio nazi.

     Kertész (Budapest, 1929) fue deportado a Auschwitz y a Buchenwald el 44. En 2002 toma el Nobel de Literatura. Temática: La transformación del yo desde la II. G.M. hasta nuestros días. ¿Qué nos hace diferentes a nosotros mismos? ¿Es quimérico pretender ser quienes éramos? ¿Seremos quienes nunca fuimos: Otros? Wittgenstein concurre sobremanera. Kertész da pábulo al filósofo: afirma que su cavilar fue medio para la venganza.

     Sendas evocaciones espolean mi aversión al antisemitismo. Una tesis del postrer título: el individuo media entre la vida y su sentido; fracasa en ambos parajes; lleva a efecto el objeto de vivir. No se percata, en tal cumplimiento, de las finalidades de la vida… 

     Cavilo: el hombre debe escalar sin dilación a la cúspide de la consciencia. Lo enunciado devendría ética cimentada y resolutiva. Así quiero creerlo <<yo, ¿otro?>>… 

     Infiero: despabilar del letargo infernal de la insensatez. De ello depende, categóricamente, fenecer en olor de multitud.

jueves, 16 de agosto de 2012

9/ La ufanía

Áulico Yago: Cuentas nueve meses en tu aljaba. Estas hojas volanderas te rinden pleitesía. No eres poeta, ni pintor, ni músico. Todavía, no. Sí, uno de los propulsores de mi existencia. El otro es la literatura. ¡Cómo no adjudicarte espacio alguno aquí!

     Eres de luna con sol. Como lo fue la Filomena de Juan Ramón Jiménez. Y eres epigrama. ¿Alguien prejuzga, aún, tu preeminencia en esta bitácora?… Adoleces de incalculable valor: respiras. 

     ¿Mi empeño? Mostrarte verosimilitudes. El de tus padres (y mío. Y de todos), verte crecer. El de tus abuelos, aferrársete. Todos te proyectamos libre; no lo olvides nunca. 

     Y si te da por seguir mi estela…

     Uno: no indagues en la utopía.

     Dos: di asiduamente “te quiero” a quien, según tu criterio, lo merezca. 

     Tres: no leas hasta la extenuación (sí, lee). 

     Cuatro: no seas escritor; la mayoría de nosotros nos envanecemos… 

     Ahora contemplaré los dos astros azules que tienes por ojos… Balbuceas. Me allego, sigiloso, a ti…

8/ Amicísimo trovador

Tus legajos, Miguel, arribaron a Quesada. El Consistorio de Elche les ministró libelo de repudio. Ahora subsistirá sin tus haraquiris. Sin tus caligráficos desgarros. Sin tus negros sobre blancos emborronados.

     Coyunturas políticas y económicas se erigieron en impedimentos. Andalucía mudó a paisaje postrero y cautivo. Luchaste en el frente de Jaén y en el de Córdoba. Queipo de Llano enarbolaba su fusil: los muros del Alcázar hispalio se tornaron tu parapeto. Joaquín Romero Murube tramitó el asunto…

     Voceo: ¡Que los <<andaluces de Jaén, aceituneros altivos>>, se deleiten con tu corazón!; lo guarezcan, lo traten con despejada frente y con regalo, le dispensen vanaglorias a tutiplén. De lo contrario, Miguel, fenecerías dos veces: a toda luz injusto.

martes, 14 de agosto de 2012

7/ Augurio lírico

Retornando a Alberti…

     El de la noble y bella ciudad del Puerto de Santa María exhuma, como símbolo, al toro. ¿Dónde? En Entre el clavel y la espada. Sección: <<Toro en el mar (elegía de un mapa perdido)>>.

     Un halo de esperanza aflora, inútil, en mí…

     Nuestra <<piel de toro>> no se enajenará: tan banderilleada ha quedado. No le restan fuerzas para rebullirse. Ni para bufar, enloquecida de dolor, exhausta de arte. Ni siquiera le restan (fuerzas, digo) para oscilar la testuz de un lado a otro como en la suerte del descabello. 

     Nuestra <<piel de toro>> permanece exánime, echada en el albero. Nuestra <<piel de toro>> se resquebraja inevitablemente. Ya ve acercarse la puntilla… La mano diestra del diestro enarbola el aire…; el Espada, la puntilla.

     Nuestra <<piel de toro>> emite un último bufido en el que cabe todo un sentir popular e impopular al mismo tiempo.

     <<Y, ¿no será un mal sueño?>>, me digo. Entonces…, Machado. Y luego: <<Ay>>. 

     Eso es todo.

6/ Sucinta hermosura

Benedetti insertó en Despistes y franquezas el micro-cuento más hermoso del mundo: Su amor no era sencillo (léase éste más abajo). Yo lo aireé en las ondas (más concretamente: en <<S.F.C. Radio>>). Hay un Aleph en que Eros y yo convergemos… Se llama: <<evocación>>.

     Evocaré, ahora y aquí, la palabra de Benedetti:

     <<Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales>>.

     Un micro-cuento sencillamente perfecto.

     Sin apenas palabras, cuánto dice… ¡Cuánto!

     Mario: Mi gratitud.

lunes, 13 de agosto de 2012

5/ Discordia

Jaume Balagueró me ha exasperado. Ha venido en afirmar que hay sobrante de deporte en los informativos. Obvia el excedente: La política. Yo, dondequiera que hubiese un político pondría un filósofo. O un poeta. O un deportista. El primero cavila, el segundo crea, el tercero se esfuerza. Los políticos no cavilan (tampoco se esfuerzan). Ellos sólo crean… ¿Qué cosa? ¡Problemas!

     Amonéstate, Jaume, y llevémonos bien.

     Un informativo emitido en la cadena de rigor cuya escaleta no acoge la información deportiva (excesivamente, digo) no merece ser tenido en cuenta. ¿El motivo? Uno y claro: el deporte es la única realidad que combate los efectos nocivos del resto de realidades convertidas en ítems de información (casi siempre) manipulada.

     Nadie se lleve a engaño. La manipulación de los Mass Media no sólo <<está>>; también <<se le espera>>. La manipulación de los Mass Media, a veces, es muy sutil; otras, en cambio, bastante burda. En los últimos meses no hallo un sólo caso de información libre de manipulación ya sea en Prensa, Radio, Televisión… Una pena. Y una condena. Sobre todo, para el lector, escuchante o televidente que (sí o sí) está abocado a la melancolía informativa… Corrijo: a la tragedia informativa. Y esto, Jaume, no puede ser.

     Hay que poner límite a la tendencia informativa actual; que, por otro lado, es la de siempre (desde que el mundo es información). Yo no sé qué está pasando (qué pasa hoy). Abrir el periódico, encender la radio o poner la televisión es un gesto de auto-machaque continuo, una especie de tortura sadomasoquista con el añadido infalible (en ocasiones de traca) de la manipulación.

     Y, ¿cómo escapa uno de la manipulación mediática? Fácil y difícil a la vez. No leyendo el periódico ni, tampoco, encendiendo la radio. No poniendo la televisión. Hay otra forma quizá menos radical: enfocándose en la información deportiva que los medios emiten en sus informativos. También ésta sucumbe a la manipulación, lo sé, pero al menos no pervierte los sentimientos humanos…

     Por eso, Jaume, yo te decía: <<Amonéstate y llevémonos bien>>. Es que…, compañero, <<a estas alturas de la película>> venir con el cuento del excedente de deporte en los informativos…

4/ Retrospectiva

Regreso a Granada y arribo a Guadix. Hito primordial: José Cruz Úbeda, Recuerdos de mi niñez (óleos sobre tela). Estas pinturas expelen colores sin mácula: juanramonianos azules, lorquianos verdes, sanchezmejiasianos ocres... Andaluces amanecidos todos. Se exponen en la casa-cueva natal del pintor. El interior finta los cuarenta grados centígrados del rehogado exterior. Huele a aperos de labranza y a cecinas.

     Al emprender el camino inverso vislumbro el <<Barranco de Víznar>>. Federico García Lorca exalta mi sensibilidad. La Sierra Nevada se torna de sol.

     Todo, ya en Sevilla, lo verdea el naranjal.

     Recapitulando: ha sido un viaje particularísimo. No esperaba contemplar las casas-cueva de Guadix; menos aún, ser testigo de una obra pictórica de calado popular y trazo contenido como la de José Cruz Úbeda. El trencillo turístico a bordo del cual he divisado parte del sector arcaico de Guadix me ha parecido un ventilador (o un split de aire acondicionado) descompuesto; tal era el viento ardiente que golpeaba mi rostro acartonado por el otro viento, el llameante, antes de subir al trencillo.

     Por un momento me he sentido estrafalario. Ha sucedido cuando me he hecho un selfie con el teléfono hiper-inteligente (acaso por ser éste así, hiper-inteligente, en contraste con el fotografiado: sólo inteligente… Risas) y he visto un muchacho perdido en el marasmo de la literatura. Un muchacho natural de Sevilla, en el mediodía de Guadix, con una novela (pero no en mano) en la mente en tanto se adentra en una casa-cueva a indagar una exposición de pintura que poco o nada tiene que ver con su proyectada novela; o con sus poemas (que de todo hay en la viña de Calíope) igualmente proyectados.

     Una vez dentro de la casa-cueva, el muchacho refrigera el cuerpo (y hasta el caletre) con el frescor del ambiente cóncavo, y siente cómo sus músculos se destensan de apoco. Una ligera somnolencia le embarga ahora.

     Afuera el calor sigue torturando a los viandantes. El trencillo se ha esfumado. Y el muchacho, soñador nato, fantasea con escribir un día esa novela que lleva en mente pero no en mano (que no: <<no en vano>>) hace algún tiempo ya y cuya exaltación debía producirse en los andurriales de Federico García Lorca y no en otro lugar cualquiera…

     De regreso de mi abstracción pienso en el condumio… Condumio, siesta, y vuelta a Sevilla. En ese orden.

     Y así procedo.

3/ Tributo

Amistad: Perita dulce. Entre el clavel y la espada, de Alberti, homenajea a Filias. Eros es sobrevolado por ella. Cavilo: debiera erigirse estandarte del hombre medio. Atestiguo: empuja (Filias) a la vida. Cotejo: aquel (Eros), a la muerte. Ergo: vengan peritas.

     Pero ¡ojo!: perita dulce es, a veces, perita podrida. No, más bien: Perita indigesta. Demasiada azúcar… Pero, ¿es (Filias) nunca demasiada? Yo no sé. Hay quien la juzga, de ordinario, de esa guisa: excesiva. Y hay quien, al contrario, la juzga extraordinaria; o fuera de lo ordinario. Por supuesto, hay quien (ni lo uno ni lo otro) no la juzga desmedida ni insuficiente, sino justa y equilibrada. Yo engroso esa lista de sibaritas.

     Al primer bocado el dulzor me embarga; no diré que no. Pero, igualmente, al primer bocado ya sé que no comeré en exceso. ¿Por qué? Por una razón sencilla: porque el hartazgo engendra rechazo. Y perita dulce puede verse relegada al confín de la nevera; al hondo confín del olvido, que es el frío, un frío polar. Y, ahí, en el Polo frío perita dulce puede pudrirse; y aparecerle algún habitante indeseado que fabrica galerías húmedas y carnosas entre tanto dulzor…

     Ignoro si Alberti tuvo o no presente semejantes divagaciones cuando escribió Entre el clavel y la espada. Quiero pensar que sí. Sobre todo, porque Rafael (si no lo tengo mal entendido) paladeó peritas dulces que acabaron pudriéndose, como pudriéndose acabó la ideología política cuando (arrancada de su centro) fue motor de poesía. Un desastre. Un desatino. Qué fiasco.

     Todo esto me ha sugerido el librito de Alberti. Y yo, ahora, me arrepiento de no haberlo exprimido más; de no haberlo, siquiera, estrujado un punto entre mis manos… a ver si salía jugo de limón o de naranja.

     Se me van, sí, las mejores.

jueves, 9 de agosto de 2012

2/ Alcance inmaculado

Kant afirmó que los sentidos y la intuición narcotizan la inteligencia. Por la percepción (o similar). Por no sé qué caminos interiores… La idea toma asilo en: Cómo orientarse en el pensamiento.

     Indago: ¿Dónde radica, Eros, tu sacrosanta esencia? Dicho sea con rencor. Porque tú (Eros), quisquillosa partícula, has penetrado hasta lo más hondo de este exaltador de ausencias y de no sé qué más. Y lo has hecho de manera impecable; pura. Y eso me encorajina hasta extremos insospechados.

     Leo el párrafo anterior y observo que quizá podría encuadrarse en el género de la prosa poética Craso error sería ése. Por ello, a partir de este otro párrafo, voy a tratar de no divagar por alturas de poeta (ni de filósofo). Lo que pretendo decir, Eros, es que atinaste con el dichoso dardo de un modo tal que yo nada habría podido hacer en contra. Y eso, precisamente, es lo que desata mi encono. No apruebo imposiciones. Ni siquiera las venidas de un Dios como tú, Eros, tan proclive al tedio…

     Leyendo a Kant, terrorífico Eros, me ha dado en pensar que el filósofo alemán se equivocó; que el filósofo alemán se equivocaba. Por esto: no se puede pensar desde la libertad si tú medias entre el pensador y lo pensado. Kant (lo sé) escribió: <<Sin libertad de pensar no hay razón>>. Yo, en cambio, escribo: Libertad de pensar no es pintiparado a pensar en libertad; o mejor: desde la libertad. ¿Tiene esto sentido? Comprendo que tú, Eros, no se lo darás. Sé que tú, siempre, te revuelcas en mieles ajenas…

     En fin. He vuelto a divagar por alturas de filósofo (o de poeta). Me callo ya. Lo tengo merecido.

martes, 7 de agosto de 2012

1/ Albor

Topé con este extraordinario vocablo (`sopitipando´) una tarde de verano. Yo leía a Juan Valera (Pepita Jiménez, 1874). La tarde que refiero fue espasmódica. Yo anhelaba una que otra quimera…

     Acudí, raudo, al DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) para comprobar el significado del vocablo encontrado. Y lo hice con visos de barroco (así me sentía a la sazón). Hallé lo siguiente: `sopitipando´: <<Accidente, desmayo>>. Busqué `accidente´ (rescaté la 5ª acepción): <<Pasión o movimiento del ánimo>>. Concluí: `sopitipando´: pasión del ánimo. (Repito: topé con tan extraordinario vocablo una tarde de estío mientras leía a Juan Valera: su Pepita Jiménez, 1874. La tarde que refiero fue espasmódica. Yo anhelaba una que otra quimera…). 

     Comencé, pues, a relacionar `Sopitipando´ con términos tales como: literatura, filosofía, arte.

     No pude resistirlo… 

     Busqué en el DRAE `ánimo´ (rescaté, de nuevo, la 5ª acepción): <<Alma o espíritu, en cuanto principio de la actividad humana>>. Concluí: `sopitipando´: <<Pasión del Alma>>.

     No me quedaba tranquilo…

     Busqué en el DRAE `alma´ (rescaté la 1ª acepción): <<Principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida>>. Concluí: `sopitipando´: <<Pasión del principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida>>.

     Aquí, me amedrenté. Resolví, pues, hacerme un chequeo. Frecuencia cardíaca y respiratoria: normal. Presión arterial: normal. Temperatura periférica: normal. Adopté una consigna de rancio abolengo: Nosce te ipsum. Fue el albor de lo que, doce años más tarde, yo enmarcaría como: <<Crecimiento y desarrollo personal>>.

     Desde entonces no puedo dejar de leer y escribir concibiendo la escritura y la lectura como un juego de matrioskas rusas. A veces creo que me va a estallar la cabeza; otras, no estoy seguro de lo que escribo (ni de lo que otros escriben). A veces no sé si lo que escribo (si lo que leo) responde o no a un orden lógico; si es o no es verdad. O si merece o no la pena consignarlo por escrito. Otras veces, desde lo más profundo de mi pensar, <<imagino>> que todo ha acabado convirtiéndose en un Aleph idiomático.

     Qué pesar me resta luego…