viernes, 24 de agosto de 2012

15/ Ay, España

Un lamento. El de Rafael Alberti. En Entre el clavel y la espada. Por los caídos en la Guerra Civil. La poesía sensitiva no suele incursionarse en tales desbarajustes humanos. Su cometido no es conmover sino deleitar. Tu desgarro, Rafael, copa sendos puestos. Conmueve por cuanto la guerra a todos muerde. Deleita por cuanto el octosílabo amarras con donaire. Parafraseándote: La lengua nos duele y sabe a muerto. A desenterrado. Inquiero: ¿Y Federico? Colijo: Conmoción (sin deleite).

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