Topé con este extraordinario vocablo (`sopitipando´) una tarde de verano. Yo leía a Juan Valera (Pepita Jiménez, 1874). La tarde que refiero fue espasmódica. Yo anhelaba una que otra quimera…
Acudí, raudo, al DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) para comprobar el significado del vocablo encontrado. Y lo hice con visos de barroco (así me sentía a la sazón). Hallé lo siguiente: `sopitipando´: <<Accidente, desmayo>>. Busqué `accidente´ (rescaté la 5ª acepción): <<Pasión o movimiento del ánimo>>. Concluí: `sopitipando´: pasión del ánimo. (Repito: topé con tan extraordinario vocablo una tarde de estío mientras leía a Juan Valera: su Pepita Jiménez, 1874. La tarde que refiero fue espasmódica. Yo anhelaba una que otra quimera…).
Comencé, pues, a relacionar `Sopitipando´ con términos tales como: literatura, filosofía, arte.
No pude resistirlo…
Busqué en el DRAE `ánimo´ (rescaté, de nuevo, la 5ª acepción): <<Alma o espíritu, en cuanto principio de la actividad humana>>. Concluí: `sopitipando´: <<Pasión del Alma>>.
No me quedaba tranquilo…
Busqué en el DRAE `alma´ (rescaté la 1ª acepción): <<Principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida>>. Concluí: `sopitipando´: <<Pasión del principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida>>.
Aquí, me amedrenté. Resolví, pues, hacerme un chequeo. Frecuencia cardíaca y respiratoria: normal. Presión arterial: normal. Temperatura periférica: normal. Adopté una consigna de rancio abolengo: Nosce te ipsum. Fue el albor de lo que, doce años más tarde, yo enmarcaría como: <<Crecimiento y desarrollo personal>>.
Desde entonces no puedo dejar de leer y escribir concibiendo la escritura y la lectura como un juego de matrioskas rusas. A veces creo que me va a estallar la cabeza; otras, no estoy seguro de lo que escribo (ni de lo que otros escriben). A veces no sé si lo que escribo (si lo que leo) responde o no a un orden lógico; si es o no es verdad. O si merece o no la pena consignarlo por escrito. Otras veces, desde lo más profundo de mi pensar, <<imagino>> que todo ha acabado convirtiéndose en un Aleph idiomático.
Qué pesar me resta luego…