En el cuadro La muchedumbre de lo virtual (Jean Dubuffet, 1963) habitan colores tamizados en luz. Todo se funda a fuer de Tiempo… Hay formas en sí mismas inútiles; a trechos hermosas. El brío argumental queda en suspenso. La luz cae por entre una que otra fracción. El infinito es usualmente repudiado por la matemática. Aquí, numérica certitud emerge…
La adjetivación (<<virtual>>) emana futuro. La sustantivación (<<muchedumbre>>) parcela el aquí y ahora. A primer vistazo, yo no sé…: orgía lumínica. Revoltijo de calcetines. Trozos chillidinos de plástico. Cascos de motocicleta. Almas de puzzle. Trastes de guitarra. Un arpa. Un yunque. Atuendo interior a retortero. Una gafa. Bufandas. Una capucha monjil. Cebra al corte. Fabulaciones. Sangre. Esperanza. Libertad a posteriori. Nefasta conciencia. Zozobra jovial.
He dicho: nefasta conciencia.
Repudio esta heterodoxia.
El arte abstracto con ínfulas de figurativo no deja de estar constituido por figuras abstractas. Es un hecho. <<Paledonia>> fantástica la de Dubuffet. Y pensar que la fabricó con sus propias manos…
La <<paledonia>>, amigos, es obra de Dios.
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